Ibarra, mi amada Ibarra, en sus 412 años

POR: Rocío Erazo Benavides

“¡Salve, Ibarra! En tu día de gloria suena un himno de intensa emoción, que tu triunfo recoja la historia y te brinde un futuro feliz”. Así se cantó, este 28 de septiembre, al conmemorarse 412 años de su fundación. Es importantísimo hacer una breve reseña del por qué es una sultana este terruño, que ha desarrollado un crecimiento poblacional muy notorio en los últimos tiempos, y por supuesto al ser la capital de los imbabureños esto debería reflejarse en todos sus ejes. Es el centro del desarrollo económico, educativo y científico de la zona, principal núcleo vial del norte del Ecuador, pues sus conexiones giran y desvían hacia los cuatro principales ejes, comunicando por el sur hacia Quito, por el oeste hacia la costa pacífica ecuatoriana, por el norte hacia la frontera con Colombia y por el oeste hacia la región oriental. Fue fundada por el español Cristóbal de Troya, el 28 de septiembre de 1606, por orden de Miguel de Ibarra y Mallea.

Es conocida históricamente como la ‘Ciudad Blanca’ por sus fachadas blancas, con las que se bendijo la reconstruida ciudad en 1872 después del devastador terremoto de 1868. Frase como :“ciudad a la que siempre se vuelve”, acompañada de su pintoresca campiña, clima veraniego y amabilidad de sus habitantes, sus parroquias: La Esperanza, Angochagua, Salinas, Lita, La Carolina, Ambuquí, San Antonio de Ibarra (entre las que construyen la parte rural) y las parroquias urbanas Caranqui, Alpachaca, El Sagrario, San Francisco, y Priorato, conforman esta riquísima diversidad que es muy visitada como sitio de descanso, paisajístico, cultural e histórico, donde predomina el arte, la escritura, la pintura, el teatro y la historia; existe una creciente turística.

Recientemente recibió galardones como el de capital de la cultura. A su vez la ciudad alberga el cuarto centro histórico más grande del país. Y entonces queridos conciudadanos: ¿qué le hace falta a Ibarra para conseguir ese progreso y éxito?

¡Que viva Ibarra!