El Pasajero Z puede cruzarse en tu camino

¿INVITADO? El Pasajero Z en un acto en la Feria de ArtSevilla de 2017. (Foto: Artesevilla)
¿INVITADO? El Pasajero Z en un acto en la Feria de ArtSevilla de 2017. (Foto: Artesevilla)
PASEO. Intervención en el ciclo de Performance Contenedores, en colaboración con la Universidad de Sevilla. Abril de 2018. (Foto: Carlos Dovao)
PASEO. Intervención en el ciclo de Performance Contenedores, en colaboración con la Universidad de Sevilla. Abril de 2018. (Foto: Carlos Dovao)

Un artista anónimo protagoniza enigmáticas intervenciones en espacios culturales de España.

En los actos culturales de España, de pronto ha aparecido, desde hace un año, un personaje con un toque de superhéroe, o más cercano a un antihéroe, tipo deadpool.

La verdad es todo un misterio. Y es que no habla ni reacciona a los estímulos. Se trata del Pasajero Z, un artista anónimo que lleva un ajustado traje naranja de licra que le cubre el cuerpo de pies a cabeza.

Dicen que vive en Sevilla, porque es en la capital andaluza donde más se lo ha visto. Entre otros lugares, ha sido observado en la plaza de la Encarnación, en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo y en las galerías Birimbao y Rafael Ortiz.

En febrero también estuvo en el Espacio Laraña, de la Universidad de Sevilla, porque allí se exponía Morbosuit, una muestra de la obra que le ha dedicado el artista plástico andaluz Carlos Dovao.

Dovao es probablemente la persona que más sepa del Pasajero Z, junto al que dice trabajar haciendo obra gráfica a partir del personaje. “Lo vi en Sevilla hace aproximadamente un año y medio, entré en contacto con él a través de las redes sociales y ahora me dedico también a gestionar su perfil en redes y su página web”.

Además de llevarle la agenda, Dovao ha hecho cuadros, fotos, esculturas y videos de este ‘desconocido’, pero dice que ni siquiera él conoce la identidad del hombre de metro ochenta que se oculta bajo la licra naranja. Señala que le gustó el personaje por su interés en “el mundo de las filias sexuales”: “Cuando encontré al Pasajero Z, yo venía de trabajar mucho el tema del maniquí, del bondage y de una serie de prácticas relacionadas con la práctica del sexo”.

EL DATO
En España no hay una legislación específica, pero es difícil imaginar a la Policía dejando al Pasajero Z entre los turistas del Prado como si nada.Pero el sexo, según el propio Dovao, no es el principal interés artístico del Pasajero Z, con quien dice comunicarse por escrito y al que casi siempre acompaña “por si hace falta explicar que se trata de una intervención”.

“El arte del Pasajero Z es relacional, la obra no es el personaje, sino el ambiente, las diferentes reacciones que crea en el público sin hacer absolutamente nada, hay personas a las que le alegra el día y gente a las que les asusta, otros sienten asco, y otros excitación. Y es que él parece que va desnudo, pero al final el que queda desnudo es el público, por toda la información que las personas transmiten al reaccionar ante él”.

Cuando las personas se dan cuenta que es imposible hacerle reaccionar, empiezan a acostumbrarse a su presencia. Al final lo ven deambular tan tranquilo, casi como si fuera uno más.

¿Será que algún día se cruza por tu camino? Y si lo hace, intenta sacarle una palabra, pues sería bueno saber cuál es su propósito con tal anonimato. (EL PAÍS/PT)

Su fama se expande
° Taparse todo el cuerpo con ropa ajustada es una práctica japonesa llamada zentai, que ya llegó a países tan lejanos como Canadá, donde dos aficionados del equipo de hockey Vancouver Canucks se han hecho conocidos como los Green Men, por cubrirse con una licra verde para ver los partidos y molestar a los jugadores rivales.