Que llegue el tren a Esmeraldas

EDGAR QUIÑONES SEVILLA

Un sistema ferroviario que arrancaría en Daule, recorrería tres provincias de la costa y llegaría hasta Manta, en Manabí, ha sido ofrecido por el jefe del Estado ecuatoriano, Lenín Moreno, con ocasión de las fiestas del 9 de Octubre en Guayaquil, con lo cual se espera promover el turismo y desplazar los productos agrícolas que se cosechan en esa vasta región del litoral ecuatoriano. Acertada la idea, mas, el Primer Mandatario se ha olvidado que existe una provincia llamada Esmeraldas, que se debe incorporar a la nación.

Cuando los gobiernos de esta República, heredera de los antiguos territorios de la Real Audiencia de Quito, constituida en 1563, mediante la expedición de la Cédula Real emitida por Felipe II, rey de España, imperio dueño de casi toda América, se hicieron cargo del Ecuador, Estado creado en 1830, a raíz de la disolución de la Gran Colombia, la provincia de San Mateo de las Esmeraldas, abarcaba hasta Buenaventura, Cali, Popayán, Pasto, Túquerres, Ipiales y otros poblados que se quedaron en poder de Colombia, sin que el gobierno central reclame por el territorio disminuido, ni tampoco ejerza su obligación de incorporarlo mediante las vías terrestres que prestaban servicio en aquella época.

Esmeraldas estuvo aislada del resto de la nación hasta mediados del siglo XX; solo accedía a otras provincias por vía marítima. La guerra de Concha entre 1913 y 1916, fue un pretexto para mantenernos en el olvido. Recordemos que la primera escuela primaria la tuvimos en mayo de 1858, por empeño del gobernador Juan José Franco y Malo (1857-1859), el primer colegio en 1935 y la extensión universitaria de agropecuaria en 1968, por intervención popular ante la Universidad Central. Es decir, anduvimos lejos de la educación y el desarrollo general.

Agreguemos que, mientras a las provincias ribereñas del océano Pacífico se les construyó sendos puertos marítimos, el de Esmeraldas fue pagado por su pueblo y luego de 18 años, en 1997 cuando se había abonado la totalidad de la deuda al Estado, personas ‘comedidas’ forasteras y nativas (algunas hasta con actual representación parlamentaria) se anotaron en el negocio de la concesión que duró de 2004 a 201O, lapso en el cual logramos el fin del convenio, por efecto de la lucha de los periodistas esmeraldeños, valientes patriotas y la dirección nacional del Diario La Hora.

¿Qué nos espera ahora? Demandar al Gobierno Nacional para que incorpore a Esmeraldas en el proyecto del tren turístico ribereño y de no ser atendidos obtener la autorización para bregar en donde se nos escuche, a fin de que un país amigo construya la vía Manta-Esmeraldas, que se autofinanciaría con pocas dificultades.