Los kichwas evocan el sentir del aya a través de la flauta

CONOCIMIENTO. El ‘taita’ flautero Miguel Cumba   transmite sus conocimientos a jóvenes runas de la comuna Morocho. (Foto: Sebastián Alvear/RPC)
CONOCIMIENTO. El ‘taita’ flautero Miguel Cumba transmite sus conocimientos a jóvenes runas de la comuna Morocho. (Foto: Sebastián Alvear/RPC)

La música runa motiva una función especial en el acontecimiento de la ritualidad kichwa.

La gran mayoría de cronistas de Indias señalan que en el mundo andino se celebraban, durante el transcurso del año, cuatro grandes fiestas, las cuales tenían estrecha relación con los eventos cósmicos y telúricos.

“Pruebas evidentes de estas afirmaciones de los siglos XVI y XVII aún se las puede encontrar en absoluta vigencia en las seis etnias runas de Imbabura, que geoespacialmente están distribuidas en este orden: otavalos y kayambis (Otavalo), cotacachis e imantags (Cotacachi), natabuelas (Atuntaqui) y caranquis (Ibarra)”, señala el investigador Lenin Alvear, en el artículo ‘Comuna, flautas y flauteros’, publicado en la revista Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI).

Añade que esta multiplicidad de nacionalidades kichwas sostiene por siglos la práctica de un sistema complejo de conocimientos espirituales, productivos, estéticos y organizativos que, en su íntegra concepción, es un cúmulo de valiosa sabiduría.

Afortunadamente, en muchos casos, los detectores de estos conocimientos muestran hoy su preocupación por salvaguardarlos, a través de sus acciones y actividades.

El investigador señala que una de las fuentes primarias que alimenta la práctica esencial de la música, su entorno, su función y su ámbito espiritual es la relación constante con la memoria oral.

“Y es que mediante esta invaluable herramienta simbólica, los oficiantes músicos runas logran interactuar con el animismo espiritual de sus instrumentos musicales y les tienen especiales consideraciones”.

Es una ritualidad

En el artículo, Alvear menciona que el ‘taita’ flautero Ángel Sánchez de Cotacachi, por ejemplo, en su éxtasis de interpretación, siempre conversa con su par de flautas, incluso sabe que él no toca, sino que más bien se convierte en un instrumento gobernado por el aya o espíritu de las flautas. De modo semejante, en Natabuela, el flautero Rafael Moreta enseña que para iniciarse en su oficio hay que visitar con devoción una vertiente específica, a cierta hora de la noche, para recibir generosamente la virtud de consagrase como flautero oficiante de la comunidad.

Asimismo, en Caranqui, el ‘taita’ Manuel Yacelga aprendió de sus mayores a recibir el don de flautero mediante la paciencia. “Es así que esperó que el invierno le trajera un aguacero para buscar el sitio donde se formaba un remolino de agua. Ahí , en el momento preciso, hundió sus manos y recibió el poder de la música”, dice el autor del libro.

Entonces, prosigue, desde la construcción vivencial de estos testimonios, no es difícil llegar a comprender la importancia horizontal que tiene la oralidad en el sostenimiento y la argumentación conceptual del discurso runa. Además, es una herramienta activa que alimenta la práctica comunitaria respecto a su ritualidad y la pervivencia de su cosmovisión.

En busca de la salvaguardia

En el cantón Cotacachi se creó, hace unos años, el Colectivo de Investigación y Arte Popular Waruntzy, en busca de consolidar la voluntad por la salvaguardia y el trabajo etnomusicológico. Este puso en marcha el proyecto: ‘El retorno de los flauteros: ritualidad colectiva kichwa’, que fue el ganador en un concurso para salvaguardar el patrimonio cultural inmaterial.

Este plan se centra en la flauta como elemento vivificador de la práctica social comunitaria. Su permanencia debe ser comprendida seriamente como estratégica, ya que este singular instrumento es capaz de generar aportes muy valiosos en pos de la protección de temas que no se vinculan solo con la música, sino que despiertan del letargo a los grandes relatos latentes en la memoria de etnias runas del Ecuador.

Alvear escribe que el objetivo es intervenir en el aporte a la custodia de las ritualidades guiadas por los flauteros en las comunidades runas de la Sierra norte de Ecuador. Esto mediante acciones que pongan en valor el patrimonio inmaterial de las poblaciones participantes, además de fomentar y reactivar el interés de los jóvenes, para que se apropien de sus manifestaciones identitarias con un cabildeo permanente. (CM)

MÚSICA. Un flautero de la comunidad de Kaluquii con campanillas. (Foto:Waruntzy, Músico/banda)
MÚSICA. Un flautero de la comunidad de Kaluquii con campanillas. (Foto:Waruntzy, Músico/banda)

Los secretos de la fabricación

° El flautero Alfonso Quezada, habitante de la comunidad Ashambuela, indica que el carrizo “se debe cosechar cuatro días antes o después de Luna tierna”. Luego hay que hacerlo secar por cinco meses a la sombra de un árbol alto y frondoso como el aguacate, la guaba o el arrayán.

El investigador cultural Lenin Alvear manifiesta que las principales variedades de bambú que se requieren para la elaboración de una flauta ‘zuku’ profesional se encuentran en los pisos ecológicos del subtrópico oriental, occidental, en los valles secos y junto a la cuenca del Mira.

En la confección, este instrumento es acuñado con símbolos pertinentes a su cosmovisión, como las constelaciones de la Cruz del Sur y el Cinturón de Orión, que juegan un papel específico durante todo el decurso del año.

El ‘zuku’, un antiguo instrumento

° En torno a las flautas se despliega un complejo y avanzado sistema de relaciones sensoriales y espirituales.

La flauta traversa, como se la denomina en occidente, se llama ‘zuku’ en el mundo runa, pero cuando está en ejecución, animando los rituales, los participantes la identifican con el apelativo poético de ‘mishky zukus’, que traducido sería ‘carrizos de la dulzura’.

Esta sencilla evocación refleja en la práctica la actitud de afecto y respeto que sus ejecutantes tienen por este antiguo instrumento. Organológicamente, la flauta ‘zuku’ es un instrumento musical aerófono de soplo, se construye de carrizo y de tunda.

Características
De los intérpretes

° Los flauteros se comunican con su instrumento y entablan diálogos cargados de emotividad.

° En estas conversaciones se manifiesta un verdadero animismo en las flautas.

° En la tradición oral, los espíritus animeros de las flautas pueden ser masculinos o femeninos.

° Los espíritus expresan actitudes semejantes a las que define la identidad de casa género.

°Las razones espirituales demandan del flautero un alto conocimiento, pues se constituye en el maestro oficiante de la ritualidad comunitaria.