Desmontaje correísta

César Ulloa Tapia

Ecuador está en terapia intensiva, porque la corrupción agujerea todo. Su pus recorre los más mínimos espacios por donde se pavoneó el correísmo. A lo largo de 10 años y, lamentablemente, con un gran respaldo popular que estuvo aceitado por el boom económico, se configuró un estado delincuencial, en el sentido de haber manipulado la justicia, controlado las demás funciones del Estado, usado los recursos públicos como caja chica, judicializado la política, perseguido a quienes denunciaron la corrupción y haber homenajeado a los corruptos en hoteles cinco estrellas como les gustaba a los “revolucionarios”, quienes con trago en mano mandaban al diablo su discurso de austeridad.

El estado delincuencial moldeó una esfera de impunidad y puso a la corrupción al mismo nivel de entretenimiento de un capítulo de telenovela, en donde el culebrón convirtió en rico al pobre. En esta trama sinuosa, decenas de “revolucionarios” que no tenían ni para el bus Colón Camal, en referencia al transporte de Quito, ahora se exhiben en autos de alta gama. Como buenos arribistas que demostraron ser hicieron compras en los “shopping” del Imperio, se tomaron “selfies” con los zapatos de última moda para las redes sociales.

Esta realidad superó cualquier culebrón, porque las prácticas de corrupción pasaron de ser encubiertas al cinismo crudo: el ladrón de cuello blanco se ufana del delito y amenaza a una sociedad despavorida. El desmontaje de la década populista no es sencillo, porque hay un “pedigrí” correísta en el gabinete así como en las demás instituciones, es decir siguen en el Gobierno quienes mentalizaron la revolución ciudadana a cuenta de mostrarse conversos al morenismo.

El país requiere una fumigación de la más alta potencia en todas las funciones del Estado, caso contrario la fuga del exsecretario de Comunicación, Fernando Alvarado, será una mancha más al tigre. Por eso, a quienes creen que ganan la partida sacando a Correa de las elecciones, habrá que decirles, que el desmontaje debe hacerse a todo nivel, espacio y tiempo. Una golondrina no hace verano. La cirugía mayor no puede quedarse en la metáfora.

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