Impacto

Jaime A. Guzmán R.

Muy pocos aspectos del convivir social han sido objeto de tantas noticias, discusiones, controversias, como el incremento de la delincuencia juvenil. Si es alentador encontrar jóvenes que se rigen por las normas éticas, morales y jurídicas, es en cambio tétrico ver que otro sector está transitando por caminos torcidos y por sendas propensas a lo delictivo.

Con inquietante frecuencia hemos visto y escuchado en los medios de comunicación del país casos de pandillas juveniles. Este fenómeno es el síntoma de que algo anda mal y nos está dejando una huella desastrosa.

Sin descartar los aspectos psicológicos, todos coincidimos que sus causas principales nacen de la crisis estructural social, determinada fundamentalmente por la deficiente economía de la mayoría de hogares. A esto debe sumarse la influencia del cine, la televisión y el Facebook. Es más: las situaciones de los hogares fragmentarios, padres que no pueden controlar a sus hijos por razones de trabajo, malos ejemplos trasmitidos, carencia de educación son factores atenuantes de la delincuencia.

El acercarse a las causas que generan la injusticia social, visto como una fórmula para alcanzar la igualdad social, podría ser una alternativa. Junto a estas acciones el esfuerzo esencial para disminuir la delincuencia juvenil deber estar encaminado a proporcionar al niño un desarrollo armonioso de su personalidad (higiene mental). También debe insistirse en la orientación por medio de actividades que guíen al niño por direcciones positivas. Se precisa la creación de programas deportivos y recreativos, fomentados por el estado. Censura a los programas televisados y otros e incremento de los programas culturales a todo nivel. (O)