Jorge Zambrano
Un preocupante crecimiento del consumo de alcohol entre los jóvenes se viene registrando en los últimos años. Es preciso dilucidar las causas de este fenómeno, para elaborar políticas públicas efectivas para combatirlo.
Conforme los datos de la primera Encuesta Nacional a Estudiantes de Enseñanza Media, de la Secretaría de Programación para la Prevención y la Lucha contra el Narcotráfico, dos de cada tres estudiantes secundarios admiten que toman alcohol habitualmente.
La primera copa y el primer cigarrillo llegan, en general, a los 13 años en los varones y a los 14 en las chicas. Es también a esa edad que entre el 3,5 y el 6,2% de los adolescentes empieza a consumir tranquilizantes y estimulantes sin receta médica. Y a los 15, que prueban la marihuana. Un 5% de los chicos dice haberla consumido alguna vez y algo más de 50 mil entre casi 3 millones de estudiantes aseguran haberlo hecho recientemente. Con respecto a las otras drogas ilícitas, el 3,6% dice haberlas probado alguna vez.
Estos datos están en línea con el estudio que, en el año 2000, realizó la Organización Mundial de la Salud. Allí se destacó que en la última década creció un 20% la cantidad de adolescentes que consume alcohol.
Los especialistas en adicciones apuntan varias causas de distinto orden para explicar esta marcada tendencia. En primer lugar, la adicción al alcohol estaría mostrando una forma de evasión frente a la crisis económica y social y la correlativa ausencia de proyectos colectivos que enmarquen la realización individual. Los jóvenes sin futuro encontrarían así en la bebida un vehículo de canalización de frustraciones.
Simultáneamente, los especialistas destacan que existe una fuerte creencia social que asocia diversión con alcohol, porque desinhibe y estimula, y no llega a percibir la nocividad de esta droga legal. Por eso se señala que, para combatir el abuso en la bebida hace falta generar, por una parte, campañas serias e idóneas que apunten a la comprensión del flagelo que significa el descontrol en el consumo, y reforzar los mecanismos para evitar una venta masiva e indiscriminada de bebidas alcohólicas a los jóvenes.