Y para el pueblo, ¿qué quedaría?

“Todos (o casi todos) estamos de acuerdo con que el país no está quebrado, sino que estuvo mal administrado”, según afirmó un consejero del presidente Lenín Moreno. En su intervención añadió que para optimizar el funcionamiento del Estado se concesionarán la Corporación Nacional de Telecomunicaciones, Seguros Sucre, la Empresa Eléctrica y la Planta de gas de Monteverde.

Son lo que, eufemísticamente, podríamos llamar “joyas de la corona”, no los medios de comunicación incautados (y casi todos quebrados) cuya venta ya ha sido anunciada. “Esto va a permitir el ingreso de cerca de 25 mil o 30 mil millones de dólares el próximo año”, aseguró el consejero. Según otros voceros se evalúan opciones de concesión que sean beneficiosas y representen un flujo de capitales frescos.

La desesperación de las autoridades económicas por sanear y equilibrar las cuentas del Estado e impulsar la economía es comprensible y plausible. Ese es el principal objetivo de su trabajo, la misión insoslayable que ha puesto sobre sus hombros el Presidente de la República en representación de toda la sociedad. Una delicada misión que comporta, además, previsión del porvenir a corto, mediano y largo plazos.

Después que salgamos del bache, ¿qué pasará con las empresas que podrían ser concesionadas? ¿Habrá alguien en este Gobierno y en los que le sigan que proponga entonces su privatización? Este es un riesgo, sin duda, y también el cálculo de no pocos inversores nacionales y foráneos. Parafraseando una sentencia bíblica: para esos dioses, nuestras joyas, y para nosotros, el pueblo, ¿qué quedaría?


El fracaso lo experimentan aquellos que cuando sufren una derrota dejan de seguir buscando ese algo más”. Napoleón Hill Escritor estadounidense (1883-1970)

La esperanza es como el sol, arroja todas las sombras detrás de nosotros”. Samuel Smiles Escritor, médico y profesor escocés (1812-1904)