Fernández Madrid: En el corazón de La Loma Grande

Susana Freire García

Uno de los establecimientos educativos más prestigiosos de Quito estuvo de fiesta en octubre, al cumplir 88 años de existencia, tras los cuales se encuentra vigente el legado de la educación laica, específicamente a la instrucción de las mujeres.

Para entender su trascendencia, cabe recordar que con el proyecto liberal a inicios del siglo XX, la promulgación de un conjunto de leyes -que separaron a la iglesia y el Estado-, el rol de la mujer dio un giro ya que su esfera de acción (limitada al ámbito familiar), salió de estos parámetros para ingresar al espacio público.

Un antecedente importante fue la creación del Normal para Señoritas en 1901 (que tiempo después se llamaría Manuela Cañizares), que permitió que las mujeres se formaran como maestras y que ingresaran al campo laboral.
A esto se sumaron varias reformas educativas tendientes a implementar una enseñanza moderna, práctica y científica, acorde con el progreso liberal y el surgimiento de nuevos actores sociales.

En este punto entra en escena el Colegio Municipal Fernández Madrid (antes llamado Liceo Fernández Madrid), como la cúspide de un proyecto en el que la educación técnica coadyuvaría a la independencia económica de las mujeres.

1. Liceo femenino de avanzada

El Cabildo quiteño, en su afán de incorporar a las mujeres al sector productivo, creó algunas instituciones orientadas a este fin. Siguiendo esta línea, el entonces concejal, Ricardo Jaramillo, propuso la fundación del Liceo Fernández Madrid, instituido el 22 de septiembre de 1930 en base a la ordenanza municipal No.354. Este establecimiento nació de la fusión de la sección nocturna de la Escuela de Niñas 24 de Mayo con la Escuela de Industrias y Oficios.

Gracias a la donación que hizo Carlos Fernández Madrid (patrono de la institución -cuyos restos reposan en la iglesia de La Compañía-), de algunas de sus propiedades en el tradicional barrio de La Loma, el 2 de octubre de 1930 el Liceo abrió sus puertas con 240 alumnas inscritas en la sección primaria y 159 en la sección de Artes y Oficios, siendo su primera directora la insigne maestra María Angélica Idrobo, a la que le seguirían otras compañeras e intelectuales ilustres como Josefina Villacrés, Luz Emilia Saá, Mercedes Viteri, Piedad Larrea Borja y Rosa Lovato, quienes contribuyeron a la conformación de un núcleo femenino que gozó de una importante presencia en la sociedad quiteña de mediados del siglo XX, dado que varias maestras y directoras de la institución escribían para las revistas literarias y periódicos de la época.

Con los años, fueron incrementándose otras áreas en la institución como: Curso Comercial, Sección Industrial y Curso de Extensión Social. También existía la Sección de Internando para las alumnas de otras provincias. Adicionalmente, se impartían cursos de agricultura, horticultura, floricultura, puericultura, oratoria, práctica literaria, entre otros.

2. Legado laico que perdura

Al conversar con la docente Renata Vera (área de Ciencias Sociales), se puede deducir que el legado laico que dejó asentado la maestra María Angélica Idrobo sigue vigente, ya que la instrucción se basa en tres pilares fundamentales: eficacia, eficiencia y competitividad.

Para cumplir tales metas se ha necesitado del aporte de toda la comunidad educativa, que ha cosechado frutos: la declaración como plantel experimental en 1986; la creación del Centro de Capacitación (Cecafem), que permitió la formación de los moradores del centro en áreas técnicas (costura, contabilidad y cerámica); el ingreso al proceso de coeducación en 2001; la implementación en 2003 del Sistema de Gestión de Calidad ISO-9001-2000, que permitió la obtención de la Medalla de Oro a la calidad educativa, y la aplicación de nuevas tecnologías.

Esto implica que los estudiantes construyen su aprendizaje en base a proyectos, uniendo la teoría con la práctica de manera efectiva, convirtiéndose así en los protagonistas del proceso educativo.

El rector Lucas Nicolalde siente orgullo de estar al frente de una institución educativa de tanto raigambre histórico, a la cual ha servido por más de 15 años con auténtica vocación para que los 1.600 alumnos (entre los cuales también están incorporados estudiantes con capacidades especiales), los 80 docentes y 24 empleados del área administrativa, se sientan como parte de una gran familia. Esto último es ratificado por la maestra Vera, quien afirma que lo más grande que tiene el Colegio Fernández Madrid, es la importancia que se le brinda a la convivencia armoniosa y solidaria.

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