Frustraciones de la democracia

Jorge Gilberto Zambrano

En América latina se da un fenómeno singular de democracias extendidas con altísimos índices de desigualdad y pobreza. No existe otra porción del mundo en la que convivan estos rasgos contradictorios y contrastantes, y por cierto que a ello debe atribuirse la baja confianza en los resultados que ofrece la democracia electoral y la vigencia formal de los derechos y libertades fundamentales.

El Informe presentado sobre La democracia en América latina actualiza y coteja estos indicadores, permite observar tendencias y ajustar diagnósticos respecto de los déficit más importantes que arrastran las instituciones, dirigencias y estructuras políticas de la región.

Desde hace más de dos décadas los avances en la democratización política fueron sostenidos y la existencia de gobiernos civiles, elecciones libres y pluralismo político forma parte del paisaje natural en la casi totalidad del continente.

Pero dicho paisaje coexiste con otro, el de la ostensible persistencia, si no el aumento, de la desigualdad y pobreza extremas, la debilidad de la ley y la incapacidad del Estado para garantizar los requisitos de la ciudadanía.

De tal modo que en nada puede sorprender la baja estima de la que gozan los partidos políticos, el escepticismo frente al modo en que funcionan los Parlamentos y gobiernos, o el hecho de que para más de la mitad de los latinoamericanos, un 54,7%, resulte irrelevante el tipo de régimen político frente a la demanda de un progreso socioeconómico que brinde perspectivas inmediatas de mejora.

La alta insatisfacción de las sociedades debe observarse como un síntoma de disconformidad que impulse reformas y políticas consistentes de transformación, antes que como manifestaciones de un fracaso irremontable.

Lo que indican estas estimaciones, después de todo, es que la existencia de gobiernos democráticos se ha transformado en un bien necesario, un piso básico e irrenunciable, pero no suficiente para movilizar los recursos productivos y mejorar las condiciones de vida de vastas franjas de la población.
La baja confianza en la democracia está vinculada con la desigualdad y la pobreza, que conspira contra libertades políticas.

[email protected]