¿Y la Ley Febres Cordero?

Gustavo Ortiz Hidalgo

Cuando murió León Febres Cordero terminó un capítulo de la enrevesada historia de nuestra vida republicana. Reiteramos que, si el capítulo fue blanco o negro, depende de la óptica con que miremos el accionar de un ser humano que, con aciertos y errores, dejó su huella en la conciencia de los ecuatorianos.

El liderazgo es una cualidad que pocas personas la ejercen plenamente. No tiene ideología definida y no distingue entre los buenos y los perversos. Los líderes trascienden en la vida. Pueden inspirar y promover amor, fe, armonía y progreso; pero también odio, desconfianza, división y retraso. Líderes fueron Jesús, Gandhi y Mandela; pero también Hitler, Stalin y Chávez.

¿León Febres Cordero fue un líder? Personalmente creo que sí: fue claro en lo que pensaba, firme (aunque autoritario) a la hora de ejecutar sus propósitos y depositario de la confianza de un pueblo que, equivocado o no, lo escogió para que lo represente. También creo que el expresidente Rafael Correa fue un líder, aunque hoy esté prófugo de la justicia y sea repudiado por la mayoría del pueblo que antes lo aclamó.

En las postrimerías de su vida, Febres Cordero presentó el «Proyecto de Ley para la Rehabilitación de la Producción Nacional»; sustentado en que la economía social de mercado no es contraria a la capacidad regulatoria del Estado; y, que es indispensable establecer un sistema de control para evitar el abuso de los banqueros. Propuesta estrella del proyecto fue la de anclar la tasa activa a la pasiva; es decir, relacionar directamente el interés que los bancos cobrarían por sus créditos con el interés que estas entidades pagarían a sus ahorristas. Más allá de los odios y rencores, vale la pena retomar la discusión de estos temas, imprescindibles para favorecer la inversión privada y dinamizar la economía nacional. (O)