La segunda independencia

Fredy Cueva Castillo

Benjamín Carrión decía: No. No somos un pueblo ingobernable. Somos, hemos sido, un pueblo pésimamente gobernado, también decía: “señores el pueblo ecuatoriano (inclúyase al pueblo de Loja) existe. El pueblo está de pie, listo para el sacrificio, listo para la salvación de la patria” léase, listo para la salvación de Loja.

Hoy, 18 de Noviembre, a 198 años de la primera independencia de Loja, estas frases de Benjamín Carrión cobran enorme importancia, el pueblo de Loja está de pie, listo para su segunda independencia, ya no del yugo español, más bien, del yugo de la indignidad provincial.

Las instituciones lojanas deben aprender a defender la dignidad de la ciudad y la provincia, en otro contexto ciertamente, hoy la lucha no es con pólvora, escopetas y bayonetas, ahora la lucha es política, con el voto como principal arma de construcción o de destrucción masiva, con la dignidad como valor fundamental de la personalidad del lojano, porque hasta ahora hemos formado parte de un pueblo indigno.

Si estimados lectores, hay un pueblo indigno que vota por sus intereses particulares, un pueblo corrupto que vota por líderes igualmente corruptos, con el único propósito de defender su zona de confort, si lojanos, hay un pueblo indigno, ruin y miserable, que por mantener su estómago lleno, se inclina sin mayor vergüenza ante el poder.

Pero no solo hay un pueblo indigno, también existe un poder indigno, clientelar y servil, salido de viejas cabezas trasnochadas y mediocres, capaces de traicionar a sus propias instituciones, capaces de entregar alforjas de adulos a quienes vinieron a mancillar la dignidad de su propia universidad, qué pueblo puede desarrollarse con una universidad arrastrada y servil.

El 24 de marzo entrante tenemos la oportunidad de dar un paso en firme en la búsqueda de nuestra segunda independencia, a través del escogimiento de gente nueva, de nuevas ideas, gente valiente que exija al poder central lo que Loja merece, y no solo migajas depreciables, gente que no le arrugue el espíritu al exigir la dignidad de esta tierra. (O)

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