¡De fiesta!

FAUSTO ABAD ZÚÑIGA

Valle Hermoso festejó sus 16 años de vida parroquial y el arribo a una adolescencia que le permite votar y por lo mismo botar a la Junta Parroquial actual, si no ha hecho sino “ganar y ganar” “ganar y ganar” , “pero sigue siendo Junta”, bien juntita por supuesto. Es que son tan unidos, como alumnos del mejor Colegio de la República, con la publicación de un Álbum de colores para el recuerdo ¿cuánto? Parecen abanderados listos para el Tren Crucero.


Su nombre viene del Valle Hermoso lojano en la hoya del Catamayo. Lo puso un paisano con la Cooperativa del tiempo de la colonización de estos entornos distribuidos por el IERAC.


La foto del casco urbano con su parque e Iglesia se encierra en un paisaje de ensueño con una naturaleza pródiga para el turismo, pero que ha sido descuidado en su destino por guaguas juntas presididas por lejanos exponentes que descuidaron y descuidan la idea y trazado inicial del malecón del río Blanco, utopía del misionero Fierro que provocó la querrá de un pichón que se fue volando antes de crecer y hacer, por puro celo enfermizo.


Sus paredes selváticas guardan restos arqueológicos de quienes hace milenios habitaron las alturas del gran río, aún fogoso pese al ataque de talas sin control.


También su ingreso al valle desde la vía Santo Domingo-Quinindé, demanda ampliación urgente. Sus 2 kilómetros de 6 metros de ancho son un peligro constante debido al tránsito de carros enormes de empresas fabriles de carnes así como de palmas para la industria del aceite, palmito y varios tipos de bambúes en su camino hacia el Cantón Los Bancos para adornar la vía de la línea ecuatorial más cercana desde la Capital al mar.


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