Alcalde, una o dos vueltas

Santiago Armijos Valdivieso

Al revisar los resultados electorales de las últimas elecciones seccionales del Ecuador (29 de febrero 2018), se puede establecer que de los 16 cantones lojanos, solamente Gonzanamá y Sozoranga eligieron a sus alcaldes con más del 50% de los electores. El caso del cantón Loja es el que más llama la atención porque el alcalde fue designado con apenas el 30,26 % del electorado (sin considerar el ausentismo), siendo el menor porcentaje para elegir a un burgomaestre de toda la provincia. Por otro lado, de las 24 capitales de provincia ecuatorianas, solamente 10 eligieron a sus alcaldes con un porcentaje superior al 50% de los votantes y 14 lo hicieron con porcentaje inferior. Por su parte, en Chile y Colombia se está impulsando reformas para que los alcaldes sean elegidos con la mayoría absoluta de los vecinos, insertando para ello la segunda vuelta electoral, si en primera, los candidatos no alcanzan ese porcentaje. Finalmente, vale considerar que democracias sólidas como la de Alemania, Francia e Italia exigen la celebración de una segunda vuelta para elegir alcaldes en sus ciudades, en caso de que ningún candidato logré la mayoría absoluta.

La justificación de insertar en el ordenamiento una segunda vuelta para elegir alcaldes se encuentra en el hecho de que los dignatarios deben gozar de una mayor legitimidad en el vecindario, lo cual, estaría alineado con una democracia consolidada. En contra de aquella posición está el obvio argumento del mayor gasto que se generaría y el que teme a los sombríos pactos politiqueros para alcanzar a ultranza la mayoría absoluta.

Para establecer lo que más conviene a la colectividad debería analizarse el tema con profundidad, dado que elegir alcaldes con minúsculos e insuficientes porcentajes de apoyo ciudadano resulta muy preocupante. Claramente, aquello sería para las elecciones posteriores a las del 2019 y aplicaría también para Prefectos. (O)