Labranzas de Mary Valverde

POR: Germánico Solis

La he visto trajeada con los colores del colibrí, agitada frente a difusiones y hechuras de la cultura. La he visto en los surcos del arte con lampa en mano, revolviendo el barro para aventar los centenos inevitables para sensibilizar a hombres y mujeres, sobre responsabilidades, derechos culturales y placeres del arte. La hemos mirado con traje humano, apisonar con su pensamiento y vehemencias la línea, el color y las exposiciones. La palabra en interminable gestión suscitando a la ciudad.

Mary Valverde Bernal es una joven artista plástica, impregnadora de delirios, excesos de voluntad para conseguir los objetivos que se ha propuesto. Profesional que utiliza diversas disciplinas, plasmando sus conocimientos en obras hechas con diferentes elementos, materiales, medios, técnicas y finalidades.

Como las artes visuales son producto de la imaginación y realidad, tras de cada creador hay pasajes, callejones, desgarres, dichas y contentamientos, historias únicas que son identidad y carácter, andamiajes de sinsabores y exultaciones.

Mary es oriunda del bello rincón carchense “Balcón de los Andes”, Mira; asentamiento antiguo, suelo granjero, cuna de apreciables hombres y mujeres, poetas, pintores, pensadores, educadores, hortelanos, y de la triangulación bruja de la superstición. Población serena, donde se conocen todos; veranero de dicharacherías e ingeniosidades afrodescendientes que peregrinan desde Concepción, Mascarilla y Chota.

El paso de la artista por la escuela Policarpa Salavarrieta, y por el colegio Carlos Martínez Acosta, formaron el arrojo de líder, actuó en sainetes, declamaciones, tocó el piano, la guitarra. Repartió su tiempo cuando bastonera, con la danza y el deporte; amiga de la agujeta y el bordado, pero más de sus maestros, y de los empeños por aprender a soldar.

Estudió mecánica, en el adiestramiento se quemaron sus vestidos de fémina y la grasa era habitual en el cuerpo.

Por imposibilidad de seguir abogacía en la UTN, Mary siguió Artes y Artesanías Artísticas, afirmando desde el segundo año su compromiso con la carrera. Aprende pintura, cerámica, escultura, serigrafía, tallado, grabado y pedagogía. Conviven en su memoria los saberes de Raimundo y Lucy López y el grupo conformado por Rina Collaguazo, Lucía Heredia, Nelly Bolaños conocidas como “Las Ogras”.

Ejerció la docencia por ocho años en algunas instituciones ibarreñas. Antes, en la Academia Leonardo Da Vince en Quito, afianzó la cerámica y pintura.

En el 2008 fundó el taller “Arte Mágico” en Ibarra, estadía de artistas, intelectuales y de niños en el aprendizaje del arte. El lugar fue aprovechado para producir objetos artesanales y utilitarios con demanda en las provincias. Fue el ambiente para la propuesta pictórica y huella plástica, en un inicio “Vendo Sueños”; luego “Frutos de la Vida y el Amor”, “Leyendas de la Ciudad”. Vencido el tiempo de símbolos: luz, velas, faroles y fósforos en identidad con el surrealismo y los elementos del diseño, teorías del color y su psicología, se viene el “Tiempo del Maíz”, carga andina y de madurez pictórica. Expondrá nuevamente fuera del país, sin abandonar el amor por la gestión cultural.