Los olleros de Otavalo

Germánico Solis

En Otavalo era muy conocido en barrio de los olleros, nombre que obedecía a la labor de comerciar una variedad de recipientes elaborados con arcilla. Generalmente salían a la plaza Centenario los días sábados a un lugar asignado, complementando la oferta de productos, alimentos y aperos para labranza. El barrio estaba junto a la plaza, los comerciantes mercaban con dignidad aquellos elementos y los apellidos de esas familias eran conocidos en toda la ciudad.

Los clientes de los olleros eran principalmente los indígenas y parte de la sociedad otavaleña. El transcurso del tiempo dejó de lado esos trastes para trocarlos por los de loza, hierro enlozado, porcelana china y con el devenir los fabricados en plástico.

La alfarería elaboró todos los trastos útiles para el hogar y la cocina, había ollas en diferentes tamaños, platos, pondos, vasijas, tiestos, jarrones, cántaros, cuencos, tazas, maceteros, incluso, pequeñas figuritas como ajiceros y réplicas de los recipientes regulares, utilizados en el juego por las niñas amantes a la cocina. Enormes vasijas y tinajas se exhibieron en el Instituto Otavaleño de Antropología cuando funcionaba en el municipio, haciendo pensar que otrora sirvieron para los funerales de los antepasados.

Los utensilios para cocer alimentos no debían tener barniz, se optaban por los que no estaban combinados con plomo, previamente se los “curaba”, es decir, eran tratados para que no se partan con la presencia del fuego y sean sanos para escaldar los alimentos.

Las ollas aseguraban diferencias en el sabor, textura, color y salubridad de las comidas. Hasta ahora se añora los platos elaborados por las abuelas que recurrieron al fogón y al uso de tiestos y ollas, permanecen como especiales las mazamorras, quinua, arroz de cebada, y otros estofados; en las vasijas grandes se preparaban la chicha.

Muchas culturas usan aún las ollas de barro, mientras la mayoría disponen de marmitas de metal, vidrio y teflón producto del desarrollismo. En el entorno ecuatoriano es seductor saborear apetitosos platos elaborados en ollas de barro, cocinados sobre tres piedras, con fuego de leña y meneados con la cuchara de palo.