Mons. Alfredo Espinoza Mateus, sdb
Mañana deberíamos empezar a usar una nueva agenda. Ustedes dirán que estoy equivocado, que recién empezamos diciembre, y si bien es el último mes del año, la nueva agenda la deberíamos empezar a usar luego de un mes.
Sabemos bien que el tiempo corre y que se nos está yendo un año civil, pero a nivel litúrgico ya se acabó. Mañana empezamos un nuevo año litúrgico, que siempre empieza antes que el año civil, por eso digo que deberíamos, como cristianos que somos, a usar una nueva agenda.
Y empezamos esa agenda mañana con el primer domingo de Adviento. Sí, queridos lectores, empezamos Adviento, tiempo de reflexión y oración, de cambio y conversión, que nos prepara a la celebración del gran misterio de la Navidad, el misterio de un Dios que se hace hombre, se hace niño, para salvarnos.
En este tiempo de Adviento debemos estar vigilantes y en espera. Es tiempo en el que debemos levantar la cabeza y encarar el futuro, que es un futuro de vida, porque Dios viene a salvarnos.
Una oración, que comparto en parte con ustedes, nos ayuda a reflexionar sobre esta gran oportunidad que nos da Dios para empezar a llenar la agenda de nuestra salvación.
“Algo nuevo está pasando. Algo nuevo está surgiendo. Alguno nuevo está llegando… No te dejes engañar. No te pueda el sueño. No te atolondres con las distracciones. Es tiempo de espera. Es tiempo de descubrir a Dios en la noche. Es tiempo de marchar juntos. Es tiempo de alzar la cabeza. Es tiempo de rezar y velar. Es tiempo de acoger a Dios”.
Y debemos prepararnos porque Dios no está lejos. Él viene y se abre camino también hoy. Se abre camino en medio de tanto bullicio que puede distraernos. Debemos estar atentos, porque “Dios, sí, Dios se acuerda de nosotros y quiere estar a nuestro lado mientras avanzamos por la vida. Dios, sí, Dios viene y quiere ser compañero de camino”.
¿Cómo nos preparamos para encontrarnos con Dios? Abramos el corazón para acogerlo y dejémonos encontrar por su amor salvador. ¿Estás dispuesto a hacerlo? Espero que sí. (O)