Richard E. Ruiz O.
Es común ver a un docente con una infinidad de responsabilidades: la planificación, el desarrollo de la clase, la revisión de tareas, la elaboración de exámenes, el periódico mural y una infinidad de exigencias que hay durante el diario caminar. Si a esto se suma que “somos seres normales” que tenemos hogares, cada uno con realidades distintas: estudios de los hijos, procesos de salud – enfermedad… La única forma de sobrellevar todas estas situaciones, es apoyándose entre compañeros (as) ¿Existe apoyo de la autoridad ante las necesidades del docente? ¿Más allá del cumplimiento se valora al ser humano en toda su dimensión? ¿Existe ayuda mutua entre los docentes? Cada uno responda.
Algunas estrategias para fortalecer el compañerismo son: Generemos espacios donde se realcen los valores de amistad, respeto, solidaridad. Dejar a un lado el “sectarismo” académico, evitar todo comentario negativo hacia los demás, dejar a un lado “los chismes”, envidia. Incentivemos la preocupación por compañeros (as) sobre todo por los que están pasando un momento de dolor o crisis, o enfermos. Un “buenos días” dicho con una sonrisa sincera puede hacer grato el día a una persona. Una sonrisa puede ser el punto de partida para desarrollar un buen ambiente…
Es fundamental la relación que debe tener del personal directivo con el resto de los integrantes del plantel, por ejemplo si la “inspector” tiene una actitud hostil la respuesta del resto del equipo será de la misma manera. Muchas veces los docentes, a pesar de tener una infinidad de habilidades que puedan desarrollar en la institución, no lo hacen por el poco estímulo que tienen por parte del directivo.
Ser buen compañero es buscar comprender, apoyar y ayudar a los demás sin buscar algo a cambio. Se basa en una actitud de colaboración que es compartida por todos en un grupo. El compañerismo es un valor que puede destinarse a cualquier persona del grupo, independiente del grado de amistad que se tenga con ella. Cambio y fuera. (O)