Agripina de Carondelet

Kléber Mantilla Cisneros

La vida de la emperatriz Agripina del viejo Imperio Romano es tan parecida al deterioro de imagen de la vicepresidenta María Alejandra Vicuña. Un libreto que narra una cadena de escándalos: nepotismo, honores ficticios, funciones falsas, pasiones imaginarias, chantajes y privilegios desbordantes de un adefesio político. Una especie de reinado del oportunismo rústico, que nace y muere, hasta llevarse consigo al gobierno que lo cobije. Una lucha intensa de ambiciones cruzadas entre grupos mafiosos. Pero ¿cuánto mismo representa el daño causado por una denuncia aparatosa contra la segunda a bordo, en y desde, Carondelet?

La transición de Lenín Moreno lleva dos vicepresidentes: uno preso por coimero y otra en jaque mate por recaudadora. Tal vez, otro escándalo banal para enmascarar y maquillar la cruda realidad de un gobierno pedigüeño y zalamero en los previos de las elecciones seccionales. Es que la proforma económica de 2019 viene inflada, acomodada y más endeudada. Con poco dinero para educación y salud y casi nada para seguridad social. Con jugueteos de palabras para confundir ‘incentivos’ para el rico y ‘subsidios’ para el pobre, cuando, al final, es el dinero que ya no existe.

Esta vez, la corrupción se delata despacio, con los depósitos de cuentas bancarias y redes perpetuas identificables y madrinas. Caso que muestra la macabra contratación pública. Un ejemplo cuando la televisión pública trae un extranjero para recrear la fiesta del ‘anticorreísmo’ con dinero público o cuando se abre el debate de una Ley de Comunicación mientras censuran a periodistas de la prensa pública y se elimina la profesionalización del periodismo. Pronto, no serán necesarias las facultades de comunicación porque los rezagos de la mediocridad del correato, lanzó el último salvavidas para hacer demagogia y proteger un grueso burocrático. Lo que sí las universidades transitan por campo minado. Falta cerrar Yachay y varios elefantes blancos para alargar la agonía. El dispendio de becas recién pasa factura.

Agripina y Vicuña coincidencia o no. La una vivió la ‘décima parte’ sobre el comercio en los puertos de Roma, de donde nace la palabra diezmo; la otra, que tranzó pagos. A Agripina la asesinó Nerón porque la avaricia era la más grande locura romana, lo insólito de la tragedia es que el criminal era su mismo hijo. ¿Y a Vicuña?

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