Un fiscal sin miedo

Rodrigo Santillán Peralbo

Con el pesado fardo de la desesperanza sobre sus espaldas, este pueblo digno de un mejor presente y de un futuro con ética, espera que se nombre un Fiscal General sin miedo; incapaz de amilanarse ante los poderosos corruptos y todo tipo de delincuentes que han asolado al Estado, un fiscal que no se ponga de rodillas ante el poder y que se alce de hombros ante las amenazas de políticos inescrupulosos.

Un fiscal con valores morales de elevada conciencia y de una integridad sin tacha sería Diego Delgado Jara, abogado, exlegislador y excandidato a la Presidencia de la República, maestro universitario y honesto político de los que, muy pocos quedan.

Es posible que estas palabras se las lleve el viento, porque el candidato o candidata a ocupar la Fiscalía General del Estado, quizá ya haya sido escogido por el favoritismo y el temor que reina entre los más altos cargos del Estado que, íntimamente, aspiran a que sean enterradas las acusaciones y absueltos todos los ladrones y delincuentes que los hay por montones y que, por ahora, permanecen en la opacidad que baña la impunidad.

Diego Delgado ha sido postulado por varias organizaciones de la sociedad civil porque saben de su inquebrantable militancia de izquierda, a pesar de haber sido acosado, perseguido, torturado y casi asesinado por el febrescorderismo en 1987 cuando ejercía las funciones de diputado, defensor inclaudicable de los Derechos Humanos y libertades para el pueblo.

Un Fiscal General de esas características impulsaría la cooperación de la ONU para investigar a los corruptos. Por fin habría seriedad para desentrañar las telarañas de la corrupción, liquidar la impunidad cubierta por sectores de la justicia timorata o corrupta, que permanece secuestrada por los poderosos.

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