Vicepresidencia de la República

Santiago Armijos Valdivieso

Luego de los graves hechos de corrupción que envolvieron al exvicepresidente Glas, el Presidente Moreno envió a la Asamblea Nacional el 4 de enero de 2018 la terna para la designación del nuevo Vicepresidente, lamentablemente sin atender el clamor ciudadano que exigía que la designación recaiga sobre un personaje ejemplar y alejado de las malas prácticas políticas que, precisamente, pretendía cambiar.

De aquella terna, la Asamblea eligió a María Alejandra Vicuña, quien no tuvo ni de lejos la aceptación mayoritaria de los ecuatorianos que, con vehemencia, exigían a Lenin Moreno dar una vuelta de timón en la conducción del país.

A la vuelta de la esquina, la percepción (o certeza) ciudadana de que la designación de Vicuña fue un error, se convirtió en una triste realidad, dadas las justificadas investigaciones que contra ella han sido abiertas, tanto en lo jurídico como en lo político, lo cual, sumado a las contundentes pruebas y a la presión social, desencadenó en su renuncia.

Frente a ello, lo menos que espera el Ecuador es que el Presidente aprenda la lección y envíe una terna vicepresidencial que le ayude a trabajar y recuperar la credibilidad social que está perdiendo, en medio de una creciente desilusión ciudadana que difícilmente puede llegar a creer en alguien, y, por supuesto, bajo el mezquino regocijo correísta que, a pesar de todos los males que ha causado, celebra la grave equivocación gubernamental por convenir a sus sueños de regresar al poder.

Para acertar en la designación del segundo mandatario, el Presidente Moreno deberá escuchar las sugerencias de todos los sectores sociales, académicos y productivos, sin ninguna limitación partidista o política, pues, de ello depende que su gobierno evite caer en otro hueco que puede ser el último, y lo que es peor, que el país tenga en una nueva decepción de sus políticos. (O)