El sentido del humor III

Patricio Durán

Cuando va a empezar la campaña electoral, algunos políticos se preparan en varios aspectos, le dicen a la esposa: “mi amor, alístame el terno de abrazar cholos”; sonríen, suben a los niños en brazos y los besan; son graciosos, desprenden más humanidad y se ganan la confianza del pueblo. Luego de ganadas las elecciones adquieren un semblante serio, adusto, no contestan ni el saludo de la gente.

Un personaje que dominó como nadie el humor político fue el humorista ambateño Ernesto Albán Mosquera, quien dio vida a Don Evaristo Corral y Chancleta, puso en escena las famosas Estampas Quiteñas. Aquí abordaba las condiciones sociales, políticas, culturales y económicas de los chullas quiteños, al puro estilo de la sátira, el humor y la crítica.

Algunos gobiernos han perdido el sentido del humor. En España, un cómico está siendo enjuiciado por “delitos de odio”. Un cómico que ofende no es un delincuente que debe responder ante los tribunales, sino un mal cómico que debe hacerlo ante la crítica y ante su público. Una sociedad que lleva ante los tribunales a sus cómicos no es una sociedad más enérgica en la defensa de sus valores, sino una sociedad que está perdiendo el sentido de su propia generosidad y su propia grandeza.

Es necesario aclarar que el sentido del humor tiene grandes atributos que ha permitido posicionar a los políticos en forma estelar. De un discurso político conservador, decadente y triste, el humor lo ha transformado en una marca progresista, dialogante e incluyente, que no se identifica con ninguna ideología, sino que se funda sobre la base de la “buena onda” y la esperanza.

En esta tragicomedia que es la vida, hay que tomar las cosas con amor y con humor. Con amor para comprenderla y con humor para soportarla. Todos al nacer ya sabemos llorar, necesitamos aprender a reír.