¿Y el pesebre?

Mons. Alfredo Espinoza Mateus, sdb

Mañana comenzaremos la Novena de Navidad, aunque en muchas instituciones ya ha comenzado.

Y aquí viene una pregunta: ¿Ya hicieron el pesebre en sus casas? Espero sinceramente que sí, porque el pesebre es el más importante signo en esta Navidad.

Unos llenan la casa de adornos, ponen el árbol, pero se olvidan de armar el pesebre, un signo sencillo pero que nos recuerda a un Dios que se hace Niño para salvarnos, a María quien con su amor supo convertir una cueva de animales en un hogar y a José, el hombre obediente y fiel a la voluntad de Dios y quien supo cuidar y proteger a su familia.

En Italia en estos días se ha armado una controversia. El sacerdote Luca Favarin pidió en su cuenta de Facebook no armar el pesebre en esta Navidad porque hacerlo es “hipócrita”. Él afirmaba, y lo hacía en el contexto de la realidad de migrantes en Europa, que creía que “no hacer el pesebre en este año sería el más evangélico de los signos. No hacerlo por respeto al Evangelio y sus valores, no hacerlo por respeto a los pobres”. Más adelante afirmaba: “Es como decir que acojo a Dios solo cuando no molesta, no habla, no fastidia. Al extranjero que veo en la calle no lo miro y no lo quiero”.

Ante estas afirmaciones, el Patriarca de Venecia, Mons. Francesco Moraglia respondió diciendo: “Hacer el pesebre no es una imposición. Es un signo universal de amor y de acogida a todos. El asunto no es hacer o no el pesebre, sino nuestra conversión. Ciertamente es necesario decirle no a la hipocresía y al descarte, pero no puede ser el pesebre el que se vea afectado por culpa de estas actitudes equivocadas”.

Hagamos el pesebre, que no falte este signo en nuestras casas, oficinas, parroquias, escuelas, colegios, universidades y barrios.

Francisco nos invita a detenernos para contemplar el pesebre… “entremos en la verdadera Navidad con los pastores, llevando al Niño Jesús lo que somos”.

Contemplemos el pesebre, pero no dejemos de contemplar el rostro de los pobres. En esos rostros está presente el Niño de Belén. (O)