Consumismo

César Ulloa Tapia

Parecería que cada año se achica, que de manera despiadada se acorta y que las manecillas del reloj nos pasan una factura muy costosa. Las explicaciones de corte racional no caben, porque el anecdotario es demasiado extenso e intenso. Sin embargo, en este dilema se avizoran algunas posibles respuestas y están relacionadas con el mundo del consumismo, de aquella patología social y viral que le hace al sujeto un acumulador de cualquier cosa y también de un grotesco exhibicionismo de su poder adquisitivo.

El año, en algunos lugares del mundo, pone su fecha de descenso en octubre, porque con tres meses de anticipación, aunque parezca exagerado, se colocan árboles de navidad, adornos y decoración alusiva a esta época. El universo simbólico que se diseña alrededor del consumismo propicia en el imaginario del ciudadano común, la idea acelerada de que el año se despide. La población, en un amplio porcentaje, se pone en modo compras, por lo cual los presupuestos se configuran para comprar y comprar todo el tiempo.

El famoso “viernes negro o Black Friday” y ahora el “Cyber Monday” o compra en línea se globalizan, aunque en países como el nuestro, las promociones no sean tan beneficiosas como se publicitan, pero eso no significa que dejen de propiciar un efecto seductor y movilizador de las masas en dos momentos: uno de vigilia frente a los centros comerciales y luego el “asalto”, metafóricamente hablando, a los locales de mayor interés. El consumismo teje una telaraña contagiosa y muy fácil para caer en la trampa.

Para los feligreses cristianos y también para quienes no lo son, la idea trastocada de la Navidad convertida en consumismo no deja de ser una paradoja. A días que llegue esta fecha, sin embargo los deseos de la población en cualquier punto del planeta son la paz, la prosperidad, acortar la brecha entre quienes más y menos tienen, clausurar las guerras y los conflictos entre los países, combatir el hambre, la desnutrición y la corrupción, y cualquier práctica que contradiga los Derechos Humanos. Entonces, que la Navidad no sea una quimera y sí otra realidad.

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