La otra cara de la Navidad

Zoila Isabel Loyola Román

En Navidad se encienden todas las luces, se compran todos los regalos, se reciben todos los aguinaldos, se gasta hasta lo que no se tiene, para cumplir a diestra, siniestra y a mansalva con todos los compromisos. Pero al mismo tiempo hay otra cara y otras circunstancias que casi nunca se muestran de la Navidad. En medio del fuego cruzado de la publicidad y los festejos que nos agobian, experimentamos esa sensación de que, de esta manera, la Navidad dista de la serenidad, del perdón, de la reconciliación, del acercamiento a los otros y del amor.

La excitación consumista, esa euforia maniática del correr atolondrado buscando qué voy a regalar, y qué voy a recibir como regalo, ¿tiene sentido?, ¿permite vivir el espíritu navideño?, ¿cómo es la Navidad para los que están en guerra; para los que están enfermos, exiliados, encarcelados; para los que padecen hambre, injusticia; para los que están solos, tristes o abandonados; para los que no tienen nada, para los que nada esperan?

Hay otra cara de la Navidad, en donde se puede encontrar la felicidad como armonía y coherencia entre lo que siento, pienso, hago y digo; en donde se puede encontrar la dirección y el sentido que tiene sentido: el sentido de paz, de reconciliación, que se da en un abrazo, en un beso, en una mirada; en donde comprometemos la vida. Un tiempo de volver a construir, de romper la monotonía, de comenzar de nuevo y hacerlo bien, con ilusión, queriendo estirar el amor, los sueños, las sonrisas, los abrazos… ¡simplemente tener más para compartir!

La fiesta está para ser vivida desde lo auténtico con uno mismo, dejando nacer a la esperanza, al gozo; volver a la inocencia de rezar novenas, de cantar villancicos, de bondades y ternuras que nos hicieron abrazar el pesebre y tener la certeza que ha nacido el Amor.

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