No sabemos votar o elegir

Jaime A. Guzmán R.

Esta apreciación que todo ecuatoriano llevamos en nuestra mente desde hace algunas décadas, ha sido el motor para nuestro fracaso económico, social, político y económico. El discernimiento de que todo proceso electoral para seleccionar a nuestras autoridades es una espada de dos filos es una gran verdad; puede salvar a un país, sanar los problemas financieros, destruir a un pueblo y/o agregar sufrimiento al mal ya establecido.

De las múltiples meditaciones realizadas por los entendidos en la materia, se deduce que, para votar, lo primero que tenemos que hacer es sumergirnos en una profunda reflexión para luego de un análisis profundo tomar las mejores decisiones para seleccionar a las personas más idóneas y capacitadas que nos gobiernen, sin dejarnos llevar únicamente por las impresionantes campañas de mercadotecnia.

Los ecuatorianos precisamos de cambios, lo que nos hace tener sueños felices. En una alquimia espiritual acaso incitada entre otros elementos por el budismo Zen, la formula – o mejor la herramienta- sencilla, lo que podría ser la guía que ilumine nuestro Porvenir, y una antorcha que alumbre nuestra manera de elegir a nuestros gobernantes, es sembrar conciencia para cambiar nuestras mentalidades, es decir hay que hacer una mutación de todos nosotros y pasar revista a nuestra manera de pensar o reaccionar frente a los miles de campañas demagógicas y millonarias que nos acosan. Este es secreto. Como no lo encontramos aún, nuestra misión será encontrarla.

B. T. Washington, expresó: “Los hombres pueden hacer leyes para poner trabas y obstaculizar la votación, pero no pueden impedir o retardar el crecimiento y la maduración de nuestra conciencia”. (O)