La Navidad

Miguel Méndez Guerrero

Diciembre, antes esperábamos con ansias, pero era muy lejano la llegada de este mes, pero una vez iniciado el espíritu se rejuvenecía, se alegraba el ambiente, los coros en la escuela, los sainetes (teatro), los cantos, las novenas, en fin, que hermoso la llegada del mes de la Navidad.

Cuando niño junto a mis hermanos corríamos los fines de semana al campo, a la chacra, a la huerta, a la quebrada buscado el árbol más bonito, el musgo, las plantas para adornar el pesebre, la Novena familiar en la cual se degustaba un chocolate y golosinas que en sí era nuestro predilecto plato, las reuniones para cantar villancicos y preparar sainetes (teatro) con la participación de todos hasta los abuelitos que eran los más entusiastas en conversar sus anécdotas porque en la noche buena a las doce nacía el niño Jesús y traía regalos a los niños que se portaban bien, el árbol adornado de picadillo de papel y frutas, sin bombillo ni luces, pero lleno de amor.

Al despertar de sus ramas se colgaban regalos, juguetes, caramelos, galletas y lo más importante el abrazo y bendiciones de nuestros padres.

¡Cómo ha cambiado! En los tiempos actuales es Papá Noel cargado de cajas, bolsa que llega en un trineo con una sonrisa; árboles alegres en muchos casos de fantasía, luces artificiales llenas de vanidad, con falta de ternura y amor que es lo que representa el nacimiento de Jesús.

Cenas en las cuales también asisten personas sin calidad moral, capaces de dejarse seducir por ofrecimientos y promesas dejando de lado valores morales y éticos.

La Navidad no pide regalos, ni cenas. La Navidad pide que abras tu corazón, lo llenes de paz, amor, esperanza y lo cubras de comprensión para llegar al perdón. Piénsalo.

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