Orden en la casa de todos

Los himnos y melodías tradicionales de estas fechas llaman a la paz, la solidaridad y el amor al prójimo. En medio del largo feriado que disfrutamos la noche de hoy, mientras está la familia sentada alrededor de la mesa, estos principios deberían animar la conversación y permear al espíritu reinante en los hogares. Y esa actitud y el espíritu que la anima es imprescindible que se extiendan a toda la sociedad.

Es este un tiempo de “dar buenas nuevas a los pobres”, de “sanar a los quebrantados de corazón” y, además, “poner en libertad a los oprimidos”. Esas fueron algunas de las premisas de la vida del hombre cuyo natalicio recordamos. No hay que olvidar que Jesús, el hijo de un carpintero al que en Occidente las mayorías veneran, las tenía como brújula para su actuación y sus mensajes.

A muchos de nuestros conciudadanos se los puede reunir, pero casi nunca unir. Es parte de nuestra idiosincrasia en todo asunto bogar cada uno por su lado, para ver qué se saca de beneficio y a cuál adversario se le pone contra las cuerdas. Es triste que nuestra sociedad tenga que, una vez más, luchar por adecentar al Estado que debería ser su escudo.

Se necesita un cambio, en primer lugar, de los gobernantes, de las funciones del Estado, pero también de todos y cada uno de nosotros. Los ciudadanos, estamos obligados a hacer lo posible para que el cambio se concrete. Lo imprescindible de ese cambio es el que subyace en el tiempo de Navidad, que tiene ahora uno de sus momentos culminantes. La verdad de la mano de esta justicia debe poner en orden la casa de todos.


El mejor sistema filosófico de todos es el de Jesucristo: el sistema de la benevolencia”.Carlo Dossi. Escritor italiano (1849-1910)
Instruir puede cualquiera, educar sólo quien sea un evangelio vivo”. José de la Luz y Caballero. Filósofo y educador cubano (1800-1862)