Remo Cornejo Luque
En algún momento señalé que el alza del precio de la gasolina súper era solo el inicio de otras medidas que vendrían luego, como parte de las recetas fondomonetaristas para paliar el déficit fiscal, el endeudamiento irresponsable y la crisis económica dejada por Correa.
Hoy, como regalo navideño, se impone un paquetazo de medidas antipopulares que afectará el coste de la canasta familiar básica, aunque los morenistas argumenten lo contrario. El alza de las gasolinas extra y eco de $ 1,48 a $ 1,85 el galón, es una medida inflacionaria; se beneficia al sector empresarial para que comercialice el diésel, en franco desmedro de Petroecuador; se eliminan 25 mil partidas de servidores públicos, fomentando el desempleo, mientras se toca con guante de seda a los altos funcionarios, a la burocracia dorada, en la reducción salarial.
Las políticas concesionarias, o mejor dicho privatizadoras, terminaron de imponerse en el gobierno. La lucha entre el reformismo socialdemócrata y el retorno a las fauces del neoliberalismo llega a su final. Muchas empresas estatales, incluido las faraónicas obras hidroeléctricas, serán vendidas.
A estas medidas se suma el hecho de que los rubros sociales como educación, salud, seguridad social, vivienda popular, atención al campo, seguridad ciudadana, están afectados significativamente. La proforma presupuestaria para el 2019, misma que fue devuelta por la Asamblea para su corrección, -debido a que el PSC y AP, principalmente, se abstuvieron en la votación para cambiarla-, pasará por el ministerio de la ley. La deuda social está en mora.
El escenario se pinta de organización y resistencia social. El pueblo trabajador no aceptará esa pírrica elevación salarial de máximo de 8 dólares que se negocia. Las lecciones de los chalecos amarillos franceses están fresquitas. Hacia allá caminamos. (O)