¿Irresponsabilidad política?

Está en marcha “todo vapor”, la contienda electoral a realizarse el 24 de marzo de 2019. Aparecen los candidatos rodeados de coidearios y, muchas veces, de adherentes interesados y momentáneos, con carteles y banderas, entre aplausos, consignas y gritos. Hablan de lo que creen que está mal en sus comunidades y de las fórmulas para enderezarlos todo, subsanar errores y construir un futuro luminoso bajo sus liderazgos.

Junto a los partidos y movimientos habituales emergen otros, proliferan como si los votantes a los que quieren captar fueran en número mucho mayor al que aparece en los censos electorales. Sin embargo, solo son 13’261.994 los ciudadanos habilitados para el sufragio. Un pastel del que cada uno quiere un pedazo, no importa su costo en oratoria y densidad mediática que haya que emplear.

El voto confiere una legitimidad contundente y permite ejercer un poder que, con la autonomía local conferida por la Constitución y la Ley, ha crecido mucho. Nuestra historia reciente nos alerta la mala gestión, las formas autoritarias de ejercerlo y por una corrupción que parece incontrolable, dada la “pereza”, miopía e inepcia de nuestro sistema judicial y la irresponsabilidad política del votante.

Un escenario repetido en todo el período democrático vivido, pero en que se sigue clamando por el voto responsable. No por el lustre de una simpatía prefabricada, sino por la seriedad de lo que se proponga de cara a la realidad económica, social, política, de seguridad, salud, educación y cultura en cada localidad. Cada una de ellas es parte del complejo rompecabezas ideológico ecuatoriano.


Dos excesos: excluir la razón, no admitir más que la razón”. Blaise Pascal. Científico, filósofo y escritor francés (1623-1662)Se puede admitir la fuerza bruta, pero la razón bruta es insoportable”. Oscar Wilde. Dramaturgo y novelista irlandés (1854-1900)