Enfrentar la muerte

Karla Jaramillo Puertas

No juzgo las razones por las cuales personas se quitan la vida después de la muerte inesperada de un ser amado. Debe ser un dolor inimaginable vivir con esa angustia en el pecho. Ver el mundo en escala de grises…

Pero también está la otra cara de la moneda. Individuos que han convertido el fallecimiento de su ser querido en su caballo de batalla, en su lucha diaria. Los ejemplos son muchos. Solo mencionaré a Pedro Restrepo y Patricia Ochoa de Gabela. Su trajinar ha durado años sin que por ello hayan revivido sus allegados. Ni siquiera se puede hablar de justicia. Es el dolor y sufrimiento que los ha llevado a batallar todos los días.

En el primer caso, el 8 de enero de este año se cumplieron 30 años de la desaparición de Santiago y Andrés Restrepo Arismendi. Se llegó a concluir que fue el Servicio de Investigación Criminal de Pichincha (SIC-P), unidad especial de la Policía, el que los detuvo, torturó, asesinó y desapareció.

El 29 de diciembre de 2010 fue asesinado el General Jorge Gabela y desde entonces Patricia Ochoa y familiares trabajaron incansablemente para que se esclarezca la verdad. Ahora, luego de 8 años se concluyó que la muerte de su esposo fue “crimen de Estado” y no delincuencia común como se dijo desde un inicio.

Dos ejemplos de perseverancia y constancia que han demostrado al Ecuador la barbaridad que se puede cometer en las esferas del Poder pero, sobre todo, la fortaleza y vitalidad que han tenido para que se haga justicia en nombre de sus familiares.

Finalmente, termino este artículo reflexionando en la formación que están recibiendo los niños de hoy, que muchas veces se les da gusto en todo, incluso se les resuelve sus problemas invalidándolos para que adquieran habilidades para manejar las frustraciones; esas que se presentan a cualquier edad y que nos dejan lecciones de vida. (O)

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