El año bobo

Kléber Mantilla Cisneros

La corrupción enigmática, destape del manejo clientelar de la administración pública e impunidad de la justicia resumen el 2018. Un cierre de año sin concretar aún la lista de sobornos de Odebrecht, cifras de deuda externa, auditorías a las hidroeléctricas, obras faraónicas y el dispendio público. Etapa gris que concluye con un pedido rojo para que la ONU intervenga e investigue el descalabro institucional e infinidad de ilícitos desde el correato al morenato.

Un año de gestión gubernamental insustancial y enmarañado que erosionó la poca confianza ciudadana porque solo mantuvo el reacomodo de acuerdos debajo de la mesa (selección vicepresidencial, extensión monopólica de frecuencias de radio y televisión, colocación de candidatos a alcaldes y prefectos).

Un período lóbrego de silenciamiento para desviar la crisis económica heredada, creciente, e ignorar el desempleo y la llegada masiva de extranjeros. Un burdo y funesto sorteo del modelo autoritario decadente y transitorio. Pero, con nota cero en soluciones y resultados.

El año de los vicepresidentes pervertidos en posta y sin funciones. Un tiempo para las trincas y vericuetos para no responder por asesinatos y persecución de periodistas, sea en la frontera o en las salas de redacción. Una etapa para esquivar al narcotráfico como sea pese a las toneladas incautadas.

De dar largas a lo que venga y mantener la infamia del sistema electoral perverso con 280 partidos y movimientos políticos. Una fase deplorable para elecciones seccionales ante el estadio de fútbol lleno de candidatos, unos 47 mil se reparten una cuota electoral miserable que muestra la descomposición política tan desbordante como la cantidad de obras paralizadas y el gasto estatal incongruente.

Año del realismo mágico con pocas neuronas. Del maridaje de la corrupción público privada, de las traiciones correístas y excorreístas y de los pactos secretos con la vieja partidocracia. De las orinas del gato de Assange. De los aviones presidenciales en paraísos fiscales. Año de la subida en los precios de las gasolinas, del metro grafiteado, del ‘Guacho’ abaleado y la risita tenebrosa desde un ático.

[email protected]
@klebermantillac