Entramos en campaña

Félix Paladines P.

Habíamos pensado escribir unas serie de artículos que nos permitieran ir evaluando los resultados del Fiav-Loja, en sus tres versiones, y lo que ese megaevento cultural “le está dejado a nuestro pueblo”; más, de repente, la prensa de la penúltima semana de diciembre nos trae la formidable noticia –que durante más de dos meses nos tuvo en vilo- sobre la institucionalización del Festival: según declaraciones de Verónica Arias, autora del Proyecto de Ley y a quien felicitamos entusiasmados por su desempeño en la Asamblea y su alto espíritu de lojanidad, “el Festival se queda en casa”, ya que 101 asambleístas votaron unánimemente para que el Festival se realice aquí, anualmente, cada noviembre, y además se lo provee de los recursos necesarios.

La certeza de que así va a ser nos releva, por ahora, de la obligación de defender la permanencia del Festival en Loja (ya habrá oportunidad de seguir con el tema: claro que no faltan voces destempladas que ahora le piden al presidente Moreno que vete el Proyecto de Ley. Al respecto, recordemos que la Comisión de Educación, en su momento “aprobó de forma unánime los dos informes que fueron al pleno. Legisladores de todas las provincias y partidos políticos apoyaron esta iniciativa de Ley desde su presentación hasta el segundo debate y votación”), y mejor tratemos de marchar al ritmo del momento, ya que, con la iniciación del nuevo año, el ambiente político se va caldeando y arranca lo más duro del proceso eleccionario que estamos viviendo: no hay duda de que la campaña actual se caracteriza, con las excepciones del caso, naturalmente, por una ausencia total de ideología en muchos de los grupos participantes y sus dirigentes ¿qué principios los mueven y orientan? Sus propuestas políticas, si las tienen, carecen de una base teórica, de un norte que las guie y conduzca. ¿A dónde van?, ¿qué ideales persiguen? Recordemos que algunos aspirantes a candidatos, totalmente huérfanos de ideas y de identidad política, lanzaban sus nombres –que según ellos, despertaban gran simpatía y adhesiones, y así lo decían, sin rubor, públicamente- para que algún movimiento o partido los acoja y candidatice (eso, no hay duda, en buenos términos, se llama oportunismo).

Claro que la política y el hacer político, en estos últimos tiempos, se han degradado, generan decepciones y son cuestionados por el comportamiento perverso y hasta corrupto de muchos de nuestros “profesionales de la política”; pero claro, eso no significa que la política en sí, como ciencia y arte de gobernar sabiamente al Estado o a los espacios que lo conforman, y como actividad de quienes rigen o aspiran a administrar los asuntos públicos, deba ser satanizada y envilecida.

No, no, hay necesidad de retomar la política de principios, que ha sido tan mal comprendida y aprovechada: los lojanos esperamos poder aplaudir una campaña sin agresiones, sin insultos ni ofrecimientos descabellados, con propuestas coherentes y realizables. (O)