Dudosa retórica

La compensación del subsidio al incremento de los precios de los combustibles para los taxistas y la reincorporación laboral después de nueve años al Servicio de Rentas Internas de la ex vicepresidenta María Alejandra Vicuña son síntomas que clarifican un sistema público infectado por altos niveles de corrupción y clientelismo.

Si bien se intentan aplicar medidas económicas para financiar un país en crisis, el Gobierno no puede maquillar tal decisión con mecanismos burdos que consolidan el ejercicio de actos complejos como es la administración de dinero para llenar el tanque de combustible de algunos taxistas, pues es imposible confiar en instituciones públicas ancladas a un pasado nefasto que operan bajo el hábito heredado del dispendio y el adoctrinamiento del partido político único después de convivir más de una década.

No solo licencias de trabajo para eternizar altos funcionarios en el sector público, la ratificación de cargos y nombres de rectores en las universidades o la entrega selectiva de becas para compensar favores, sino el hábito del dispendio que obliga ahora a varias empresas proveedoras del Estado a reclamar por pagos atrasados de meses.

Está claro que en un período de transición del modelo del socialismo del siglo XXI hacia la economía de libre mercado se confunda: mediocridad como un valor innato e inacción con tolerancia y diálogo con suspicacia. Un ejemplo crítico son las denuncias de afiliaciones a partidos y movimientos políticos sin autorización de los ciudadanos. Varios candidatos lograron inscribirse en un movimiento liderado por un reo de la justicia.

Sin análisis. Sin controversia. Sin cuestionamiento ético. Así, algo normal, las elecciones seccionales de marzo de 2019 se realizarán con la incógnita del número exacto de desafiliaciones y notas de rechazo ciudadano a los grupos políticos que se inscribieron en el CNE. El discurso anticorrupción atado a la triste retórica de moda sin resultados ni cirugía.

Los corruptos continúan con el dinero de los pobres, mientras la tecno-burocracia enquistada como en sus mejores días. Nadie devuelve lo robado. Faltarán muchos Bolsonaros para colocar la lista definitiva de coimas de Odebrecht, quien convoque a la flexibilización del uso de armas para detener la delincuencia y libere los sentimientos reprimidos de hartazgo contra los políticos corruptos de hoy, de siempre.

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@klebermantillac