El fantasma del clientelismo

Hay un fantasma que todo lo contamina cuando se acercan procesos electorales de cualquier naturaleza. Se trata del clientelismo político. Sus consecuencias se palpan en un acercamiento “de lupa” a las funciones del Estado. El escándalo de los “diezmos” en la Asamblea Nacional es solo la punta del “iceberg”, ese témpano de hielo que denominamos corrupción. También asoma en los sobreprecios en obras públicas y el reparto de puestos diplomáticos. En fin, se ofertan prebendas por votos.

En las próximas semanas, y aun desde antes, el clientelismo irá de la mano con la campaña proselitista en ciudades, barrios y comunidades rurales. Todo el país, desde abajo hasta arriba, se ha empezado a desbordar de esta práctica nociva que impide que en Ecuador exista transparencia y verdadera decencia en el manejo de los intereses de toda la sociedad. El canje de votos por favores está en el orden del día de muchos candidatos.

La administración pública basada en la meritocracia es simple retórica. Con movimientos y partidos políticos débiles, sin verdaderas bases y sin programas basados en las realidades palpables del país, es fácil que prospere el clientelismo. Se prevé entonces, a partir de febrero, una intensa “salida y entrada” de funcionarios en el sector público.

Cuando los empleados públicos deben su cargo a un nombramiento político cuentan con más incentivos para ser leales a quien los nombró que al Estado. De manera que se predica el cambio para que en su esencia nada cambie. Una receta que la ficción literaria aportó a la politiquería. El reparto de prebendas a cambio de apoyo político es propio de las democracias inmaduras. ¿Acaso la nuestra no lo es?


La esperanza es el sueño de los que están despiertos”. Carlomagno Rey de los francos, fundador del Imperio Carolingio (742-814)

Tu miedo te impide pasar a la acción. Y te impedirá que tu sueño se transforme en realidad”. Katherine Pancol Escritora y periodista francesa (1954)