852 personas mayores de 18 años cambiaron el género de masculino a femenino o viceversa en sus cédulas de ciudadanía, de acuerdo con datos del Registro Civil a escala nacional.
En el registro oficial de solicitudes de cambio atendidas favorablemente se puntualiza que 372 casos se atendieron en el segundo semestre de 2016, 290 en 2017 y 190 entre enero y septiembre del año anterior.
Dichos cambios se sustentan en la Ley Orgánica de Gestión de la Identidad y Datos Civiles vigente desde el 4 de febrero de 2016.
En su artículo 94 esta norma señala que “voluntariamente, al cumplir la mayoría de edad y por una sola vez, la persona por autodeterminación podrá sustituir el campo sexo por el de género”.
Dado este requisito de mayoría de edad y, sobre todo debido a la falta de un precedente, quedó fuera de estas estadísticas el primer cambio de género para un menor de edad. Este fue el caso de la niña transgénero de nombre Amada, autorizado por el Registro Civil, tras recibir un fallo judicial que dejaba sin efecto su negativa inicial.
Por ahora es el único caso, pero ya se gestiona una decena de pedidos más a favor de menores de edad transgénero, anticipa la Fundación Pakta, que brindó asesoría legal y representó a la menor Amada ante los tribunales de Justicia y ante el propio registro Civil.
Lorena Bonilla, de la fundación Amor y Fortaleza y madre de Amada, anunció que en las próximas semanas se tramitarán favorablemente tres pedidos en Pichincha, Santo Domingo de los Tsáchilas y Azuay.
La activista aclara que aún queda mucho trabajo para garantizar los derechos de las personas transgénero, a quienes se les otorga una cédula diferente, con el dato ‘género’ y no con el de ‘sexo’ como al resto de la población.
“Es un trato discriminatorio”, refirió al recordar que estos cambios deben realizarse mediante un trámite administrativo ordinario y no con la presencia de dos testigos, como lo establece el Registro Civil.
Efraín Soria, representante de los colectivos Glbti agrupados en la fundación Equidad, considera que las estadísticas demuestran que lamentablemente la Ley estigmatiza a las personas trans. “Al tener una cédula que diga género, lo que hace es identificarlas y ponerlas en un estado de vulneración”, agrega. (JCER)
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