Fotos: Christian Yancha
Redacción IMBABURA
El desafinado sonido de un motor y las nubes de humo negro que se pierden en el cielo, son la señal de que en ese lugar opera un trapiche y están produciendo panela, a esto se suma el inconfundible aroma que emana al momento de la cocción. En Imbabura son escasos los lugares donde aún prevalecen estas empresas artesanales. Diario La Hora visitó la fábrica que se encuentra instalada en el sector de Santiago del Rey, en la vía a Urcuquí.
Todo el proceso es artesanal, desde la zafra, en el cual, utilizando filosos machetes, cortan la caña al ras de la tierra y con el revés de la misma herramienta quitan las hojas y dejan los tallos completamente limpios. Luego se realiza el acopio de la caña, en este proceso intervienen las acémilas.
Una vez arrumada la caña, empieza a funcionar el trapiche, que es el molino que extrae el jugo. Este, a través de improvisadas tuberías, es trasladado a enormes pailas para su cocción, para poner a funcionar el enorme horno se utiliza el desecho de la caña, conocido como bagazo. Es aquí donde el jugo de caña se transforma en miel y posteriormente pasará a convertirse en raspadura.
Cuando la miel está en su punto, se la deposita en los moldes, y luego de su enfriamiento se obtienen pequeños bancos de panela listos para el consumo. (EOCF)