Políticos de entretiempo

Patricio Durán

En cuanto se anuncian unas elecciones, enseguida los políticos de entretiempo sueñan con la posibilidad de alcanzar alguna dignidad, sacuden su terno de abrazar cholos y besar niños, alistan su corbata más “pintera”, sus zapatos metafóricos y empolvados, y se lanzan a alquilar un partido “revolucionario”, populista, cuyo eslogan ahora es “todito 5”, para una campaña bárbara.

Desde que el CNE convocó a elecciones seccionales para elegir alcaldes, prefectos, concejales, juntas parroquiales y a miembros definitivos del CPCCS, una marejada de candidatos ha inundado nuestra cotidianidad. Desde las ya conocidas momias recalentadas de siempre, que se postulan para cualquier candidatura, hasta unos ilustres desconocidos considerados como políticos de entretiempo que van a probar suerte con la ilusión de alzarse como “outsiders”.

Después de las elecciones presidenciales de 2017, que fueron muy polémicas por lo que antes del “apagón informático” estaba ganando Guillermo Lasso, y luego el Licenciado se alzó con el triunfo de una manera poco clara; ahora llegan las seccionales, que vienen a ser como la bayoneta calada de la democracia y la prueba de fuego para varios candidatos, unos se quemarán y otros se alzarán con el triunfo.

Lo que uno no entiende -y que habría que explicar- es que un “alcaldable” renuncie a la Asamblea, deje a su hijo en su lugar y se lance orondo de candidato a la alcaldía, quizás un puesto políticamente secundario -aunque la verdad es que no hay cargos menores, como en literatura no hay géneros menores, sino que es la persona quien hace mayor o menor el cargo, el género. Este proceder puede ser legal, pero quizás no es ético. En todo caso, los ambateños sabrán discernir en las urnas si lo querían “de lejos” en la Asamblea o lo quieren “de cerca” en la alcaldía. O sea.