La política es una manera de ejercer el poder, mediando las diferencias que se presentan entre las partes, en lo que se refiere a intereses económicos y sociales; es una actividad practicada por un grupo de personas que toman decisiones y cumplen con objetivos concretos, sin abusar del poder o la tiranía, que corrompe a quienes haciendo uso ilegal e ilegítimo de las organizaciones sociales se enriquecen y favorecen a sus coidearios, amigos, parientes y allegados.
El juego deshonesto de algunos políticos hace que se adueñen de los recursos del pueblo con promesas, mentiras y fantasías, poniendo al descubierto a déspotas, perversos y corrompidos que fomentan la discusión entre ideas socialistas, democráticas, comunistas y capitalistas. Para administrar el poder hay que hacerlo con sabiduría y respeto pensando en la cultura y estilo de vida de los pueblos, y, adaptándose a las condiciones de vida de la gente en cada región, respetando el desarrollo de las comunidades, pensando siempre en la mancomunidad y la cooperación externa, la inversión, el comercio y el combate al narcotráfico.
Es lamentable que la política ecuatoriana sea entendida como: soborno, peculado, extorsión, concusión, tráfico de influencias, peculado o abuso de información privilegiada, en provecho personal o colectivo de quienes se han apoderado de la mente de forajidos de cuello blanco, poncho o camisas estampadas, que buscan afanosamente deformar las leyes pretendiendo ocultar la nefasta herencia de una fracasada revolución que engañó al pueblo y lo llevó a la pobreza en base al latrocinio de gente inescrupulosa y un tirano ausente.
La honestidad o deshonestidad, lo justo o injusto, no termina en los tribunales de justicia, por más que se trate de rescatar sus valores; la corrupción persiste y sigue vigente con gente inescrupulosa y argumentos jurídicos amañados. La relación entre corrupción y política es muy profunda entre quienes viven de ella. Una sana metodología obliga a tomar precauciones para combatir el cinismo y la hipocresía, rescatando las acciones de profesionales honestos, quienes con ética, valores y principios aplican las leyes sin hacerle el juego a la corrupción.