La chicha bendice las festividades del pueblo Quisapincha

HERENCIA. La leña es el material principal para la cocción 
de los alimentos.
HERENCIA. La leña es el material principal para la cocción
de los alimentos.

La preparación de esta bebida sagrada es una tradición que se conserva en las comunidades kichwas de Tungurahua.

Redacción TUNGURAHUA

Pucará Grande es una de las comunidades más altas de Quisapincha. Cuando un visitante llega debe saludar al cerro Pucará dando tres vueltas a una cruz que está ubicada en el centro de la plaza. Esto es sinónimo de respeto a la población y a las montañas que la rodean, para gozar de buenas energías y, como dijeran los comuneros, para que no te dé el ‘mal aire’.

Vivir en una minga constante es uno de los principios que tiene la gente kichwa de Quisapincha. Es así que siempre se ayudan en los priostazgos y la celebración de festividades.

En la comunidad Pucará Chico, muy cerca de Pucará Grande, está la casa de uno de los priostes de la fiesta de los reyes o caporales. Todos llegan saludando “buenos días, buenos días”, “siga”, “entre”, “entre, mamita, buenos días”.

Quienes llegan para colaborar con los preparativos, traen quintales de fideo, pacas de gaseosas, cartones de vino o de licores, gallinas, cuyes y conejos, entre otros alimentos que servirán para compartir entre todos los comuneros que participan del priostazgo.

La ‘cenascion’
A pesar de que la palabra no tiene una traducción exacta, los quisapinchas de Pucará llaman ‘cenasción’ al proceso de elaborar una chicha especial para el cerro, bebida que ofrendan en la conmemoración de los reyes o caporales.

Es sábado, y las mujeres de la casa madrugan. En el patio construyen un fogón grande y en una olla de bronce ponen a hervir, media hora, algunas plantas que crecen en los campos de Quisapincha, entre ellas, 12 claveles de distintos colores, rosas, tigrillillo, congonillo y pata con yuyo.

En los tiempos antiguos, dice doña María Toala, quien es experta en preparar la chicha hace más de 40 años, “los mayores de la comunidad decían que hay que preparar muy bien la ‘cenasción’ para que el cerro bendiga la fiesta.”

EL DATO
La chicha que es para las celebraciones se cierne en un cedazo de madera.Cuando el agua de hierbas está lista, se retira del fuego y se deja reposar. Seguidamente, en el piso, con ayuda de un hacha, se parte la panela para ponerla a hervir con la pulpa de varias frutas, preparadas con anterioridad.

Mientras la señora María mece la olla para que la panela se derrita pronto, Petrona Llumitasig coloca más astillas en el fogón. “En el campo y más aún para una boda siempre se cocina con leña”, menciona.

En una olla gigante reposa la chicha de jora, líquido que ha sido preparado anticipadamente el viernes por la tarde. Se toma parte de esta para mezclarla con la pulpa de frutas y el agua de hierbas. Entonces es momento de cernir con ayuda de un cedazo de madera, como los que aún conservan las abuelas.

La ‘cenasción’ está lista. En la superficie de la bebida sagrada inesperadamente se ha formado un churo, símbolo importante de la cosmovisión andina, “¡es el cerro!, está bien preparada la chicha, por eso se hace el churo”, cuenta asombrada María.

En ese momento, la chicha del cerro se reparte a todos los que están ayudando en la cocina, en su mayoría son mujeres que están pelando las papas, los pollos y los conejos para el domingo. El sabor de esta bebida es especial y muy agradable al paladar, “Pay, Dios le pague”, repiten quienes la prueban pidiendo un vasito más.

La tradición señala que hay que colocar la chicha y el puro en 12 botellas de cristal y poner en el pico de cada una claveles de distintos colores y una hoja de pata con yuyo.

Vivencias
Cerca de las 09:00, suenan los voladores y esa particular melodía que tocan los bocineros anunciando la salida desde la vivienda del prioste, donde se han reunido todos para hacer las visitas. Esto último significa recorrer las casas de la comunidad y de las poblaciones vecinas, montados en caballos, otros caminando y pintados el rostro de negro, con bocinas y campanillas. Esta acción sirve para compartir un momento agradable, bailar y tomarse un trago.

EL DATO
Esta chicha para el cerro debe ser preparada cuidadosamente pues, según la cosmovisión de la comunidad, permite que en los días de fiesta no llueva y el clima sea agradable. Mientras María y Petrona hacen la ‘cenasción’, la señora Clara, dueña de casa, prepara en grandes ollas la sopa de carne de res y unas papas enteras. A las 14:00, aproximadamente, llegan todos para el almuerzo, son bienvenidos en el domicilio y comparten los alimentos.

Alrededor de una tina grande, después de comer, se reúnen varias mujeres a pelar más de cinco quintales de papas. A las bodas, indica una de ellas sentada en el piso sobre un costal, “hay que ir con una gallinita o un cuycito, además con un cuchillo para ayudar a pelar las papas”.

Entre ellas conversan, se ríen y hacen chistes en su idioma kichwa, hablan de cómo era la celebración de las fiestas antiguamente, qué vestimenta utilizaban, en fin, se bromean de sus maridos y conversan de la vida familiar, de sus hijos y de los chismes de la comunidad.

Purificación
A las 16:00, todos quienes han estado ayudando en la cocina, se cambian de ropa, se peinan y se arreglan para ir a la plaza de Pucará Grande y disfrutar de la fiesta.

La ‘cenasción’ es parte fundamental. En la cruz de Pucará, los ‘panchos’, que son quienes están pintados la cara de negro, toman una botella de chicha y otra de puro, la mezclan en su boca y soplan al público que recibe la ‘cenasción’ con las manos en alto y como un símbolo de purificación. (MBG)