Alto a la violencia

Mientras muchos aún nos encontramos conmocionados por la violación grupal a Martha en Quito y al asesinato de Diana en Ibarra; me llegó la lamentable noticia del asesinato del esposo de una asambleísta por Esmeraldas. Otro suceso que, realmente no es similar a los anteriores, por su connotación de género, pero que tiene nuevamente a un ser humano como víctima.

Esta situación viene a plantarnos de un momento a otro frente a una realidad que no queremos ver. La delincuencia sumada a la violencia está totalmente descontrolada.

Y siendo así, no podemos cruzarnos de brazos y seguir creyendo que, si a mí no me ha pasado, entonces no existe, o mucho menos pensar que si me robaron, pero me dejaron viva, entonces todo está bien.

La violencia no discrimina, en ese aspecto, ellos, las delincuentes son muy inclusivos, no miran raza, sexo, posición social, color. A ellos nos les importa para nada y en lo absoluto si destrozan y toman la vida de un ser al que en su casa esperan.

Es cierto que la violencia existe desde que el mundo es mundo, pero no entiendo cómo de pronto, para cada situación hay un tono diferente, situación que a la postre genera que el mismo delincuente se sienta parte de una élite, de acuerdo con la saña con que cometa el delito.

Poco es lo que se ha hecho por hacerle frente a la violencia, hay crímenes a la orden del día, violaciones, secuestros, robos con o sin agravantes como si acaso el solo hecho de ser arrastrado o golpeado no fuera suficientemente horrendo.

Como sociedad, no podemos permitirnos darle tanto espacio a la delincuencia. Debemos exigir que las leyes amparen al ciudadano, que las penas realmente duelan y ejemplifiquen; no es lógico pensar que las leyes están diseñadas para proteger al truhan y complicarle la vida al honesto.

Un muerto más, un robo más, una violación más, no debe ser solo una estadística, debe ser motivo de dolor para todos. Exijamos por favor parar ya tanto sufrimiento, pongámosle un alto a tanta violencia.