Una herejía en Cotacachi

POR: Germánico Solis

Es deleite sin par transitar por parques y calles de las poblaciones imbabureñas, se anima el espíritu, se solazan los sentidos. Recorrer los cantones de esta heredad precisa fundir el músculo visitante con la terrenidad de los rincones escogidos, atrae la arquitectura, costumbres, se convive con la esencia de la gente, pero implica fatalidades.

Cotacachi es un poblado donde sobran atractivos, a más de la fina artesanía elaborada en cuero, la iglesia y parque son hechizos que afanan sentarse en las banquetas para conversar por horas como hacen sus paisanos. El frontispicio de la casa municipal subyuga, la historia se acerca al romeriante cuando distingue las tallas que simbolizan la libertad, pensamiento y pertenencia. La contrariedad llega al mirar en completo abandono el gran mural titulado, Cotacachi: Memoria y Futuro.

El estilo pictórico nos acerca a la inconfundible rúbrica del maestro otavaleño Withman Gualsaquí. El mural invoca ponderar a los grandes mexicanos Orosco, Rivera o Siqueiros que pintaron un discurso de estética social y realista. La temática pintada por Gualsaquí comprime la historia, la significación del maíz, la música, la cosmovisión andina y a un pueblo empuñando la esperanza, se siente desvelo por la identidad.

El mural que mostraba su esplendor en la pared de ingreso al Municipio, fue inaugurado en la administración del alcalde Auqui Tituaña (1996-2009), dirigente indígena fundador del movimiento Pachakutik y que implementó erradicar el analfabetismo. Hoy trastorna mirar la magnífica obra reprobada para ser parte de un basurero. Antes de proteger la gran pintura, la visión de algún encargado priorizó un inodoro en desuso y a un cúmulo de escombros.

En la verja que lindera el Municipio con la calle hay un impreso que dice: “las mujeres queremos vivir en armonía, sin machismo…”, y adjunto un letrero con esta leyenda: Obra: “Readecuación de las oficinas del edificio municipal bloque I”. Monto: 76.521, 17 USD. Contratista: Ing. Andrés Ledesma Alarcón. Juntos para vivir bien. En tanto para los amantes de la enjundia del arte y para el pueblo que aportó en colectas el valor del mural la indiferencia por la obra es una herejía.