La indiferencia a tomar partido

Manuel García Verdecia

Muchos de los que se autodenominan revolucionarios son personas que básicamente se atienen a cumplir órdenes sin condiciones, repetir postulados recibidos y mantener una conducta según lo estipulado. Por lo general, no estudian la vida, no se inspiran en las vicisitudes de su entorno y de sus conciudadanos para trazarse nuevos propósitos y formas de actuación.

Los impulsa su concepto del deber y no el verdadero ser. Es esto lo que conduce a un estatismo frustrante e improductivo. El espíritu de transformación (y consecuentemente de autotransformación) es principal. No se puede ser un mero perceptor o receptor de lo que acontece. Hay que involucrarse generadoramente. No se trata de cambiar solo para dar muestras de que algo se mueve.

Se trata de ir a tono con el contexto y las exigencias de los tiempos y los seres humanos que transitan por ellos, para crear las condiciones de existencia donde mayoritariamente estos se puedan desarrollar satisfactoria y armónicamente. Una sociedad que aspira a un modo de vida altamente cívico y próspero demanda seres que tengan la voluntad de hacer lo posible para lograrlo, siempre pensando que no se puede postergar la vida.

Es nuestro patrimonio mayor y es único e irrepetible. Hay que empezar a alcanzar lo ansiado desde hoy. De ahí la constancia indetenible del denuedo exigido. Por esto es que es tan necesario el sujeto activo. Según mi parecer, este no debe semejar a un soldado que se limita a cumplir órdenes.

Antes bien debe ser un creador que, a partir de su conocimiento e información, así como su involucramiento con su medio, comporte una constante intervención que lo lleve a obrar con opiniones y acciones en la evolución de su entorno. Esto implica una vocación humanista, un espíritu crítico, una “inclinación meliorativa”, en un sentimiento cooperativo, una responsabilidad participativa, una postura cívica, así como una voluntad emprendedora, principalmente.

La indiferencia a tomar partido, el temor a expresar lo que se piensa y la contención a actuar guiados por iniciativa propia, solo derivan de espíritus ignorantes, domesticados y sin altos propósitos en su existencia.

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