Hernán Yaguana Romero
Cada vez que salgo a la calle me siento impotente al mirar la precariedad bajo la cual subsisten cientos de refugiados; niños y adolescentes – cito a ellos por ser los más indefensos- pidiendo caridad, o bien con una bolsa de chupetes tratando de conseguir unas dádivas que les permitan tener una mísera comida. ¿Qué pecado o qué error han cometido estos seres humanos, que bien podrían ser nuestros hijos, para vivir de esa forma?. Aquí no hay pecado, lo que existe es un sistema político de gobiernos llamados populistas, que están quebrando la vida de nuestros ciudadanos. Personas que tras una bandera “ideológica” se sienten con el poder y el valor para dirigir los destinos de pueblos y naciones. Gente que ve en la política una profesión de por vida, desde la cual sobresalir y hacerse poderosos, sin importarle el resto. Muchos de ellos se excusan diciendo frases baratas e injustificadas como que en la “universidad de la vida se aprende más que en un centro de estudios superiores”, y que para gobernar basta el “populismo” ¡Vaya dónde nos están llevando con esos discursos tan endebles! Saskia Sassen ya señalaba que los campos de concentración con sus torturas y maltratos, ahora los vivimos aquí en los pueblos y ciudades, producto de nuestros gobernantes.
Vengo analizando a nivel de la provincia de Loja la lista de los posibles nuevos gobernantes, me aterra saber en qué manos vamos a depositar nuestro porvenir. Incluso quienes serán los que tomen las decisiones por encima de personas que sí tienen el conocimiento y la experiencia para hacerlo, pero que prefieren ser prudentes.
En conclusión ¡el mundo está mal! Entonces es urgente darle paso a la razón bien fundada y hacer de lado la mediocridad. (O)