A la conquista del cosmos

EDGAR QUIÑONES SEVILLA

En 1858, siendo gobernador de Esmeraldas, Juan José Franco y Malo, se creó la primera escuela de nivel inicial de esta provincia y en 1897, dos años después de su posesión como presidente de la República. Eloy Alfaro, recién nació el segundo plantel educativo, mientras que el primer centro secundario se fundó en 1935. Anótese que el Ministerio de Educación no existía hasta finales de la década del 90 del siglo XIX. Las autoridades creían que era suficiente con una Secretaría adjunta al Ministerio de Defensa, parece que ahora hay deseos de retomar al primitivismo.

Hasta hace muy poco la mayor parte de los planteles educativos del medio rural y hasta urbano, se constituían con cuatro u ocho cañas guadúa, unas hojas blancas o unos plásticos. Cuando a alguien se le ocurrió construir edificios de hormigón, con aulas confortables, provistas de ayudas audio-visuales, baterías sanitarias y servicios higiénicos dignos de los humanos, así como equipos de computación e Internet, los padres de familia consideraron aquello como valioso y relevante, aunque algunos ‘atrasaditos’ se quejaron de la distancia entre la casa y la escuela y otros pretextos, porque no entendieron el afán estatal de entregar comodidad y una educación de primera, para un pueblo como el ecuatoriano, que es de primera.

En un libro del siglo pasado se relataba el caso de un padre de familia que fue donde un profesor particular a preguntarle por cuanto dinero enseñaría a leer y escribir a su hijo de 10 años. El maestro por cuenta propia le señaló el monto que debía cubrir el ciudadano y a este le pareció muy caro, respondiendo al educador que con ese dinero podría comprar un burro, muy necesario para las labores agrícolas.

El maestro a su vez le aconsejó: está bien lo que Ud. propone y con su hijo arando la tierra tendrá dos burros muy productivos. Algo así está pensando cierta gente sobre la educación en nuestro país y propone reabrir locales inadecuados o remedo de aulas bajo los árboles frondosos; sin energía eléctrica, ni espacios de recreación, ni Internet, ni el equipamiento sanitario contemporáneo, ni los profesores más capacitados al inicio de la enseñanza-aprendizaje.

Los pueblos del planeta que ahorraron en educación para tener más burros en sus pastos, prosiguen soportando carencias en su organización económica, socio-cultural, deportiva y tecnológica; en cambio aquellos que avanzaron en búsqueda de una educación de excelencia, han superado las expectativas de desarrollo como Finlandia, Corea del Sur, Singapur, Cuba y otras, de reducido territorio, pero de enorme despliegue intelectual.