Una política decente y realista

No es tiempo de promesas. ¿Cómo hacer propaganda política con una retórica vacía y planes de gobierno de ensueño, sabiendo que 4’765.051 compatriotas están en la informalidad y por familia no se superan los 300 dólares al mes? ¿Y que el 60% de los ecuatorianos ubicados entre la población económicamente activa con algún tipo de ocupación informal, tampoco podrían cubrir el costo de la llamada ‘canasta vital’?

La campaña electoral inunda las plazas y paredes en las ciudades y zonas rurales, donde a duras penas llegan a fin de mes 1,1 millones de familias con una mujer jefa de hogar y un empleo formal. Los políticos profesionales, y los que aspiran a serlo, hablan en barrios marginales y en muchos pequeños poblados de nuestra geografía, donde la canasta vital está en 503,70 dólares mensuales y les faltan 222,7 para lograrla. La fortaleza de la democracia radica en la transparencia, la claridad y la verdad. ¿Cómo insistir en viejas promesas ajenas al hecho de que la pobreza a nivel nacional es de 23,2% y la pobreza extrema, a su vez, se incrementó del 7,9% al 8,4%? El grosero enmascaramiento de la realidad no debería continuar, si es que se quiere en verdad a hacer una política decente.

¿Qué decirle a una persona pobre que tiene un ingreso familiar per cápita menor a 84,79 dólares mensuales y a quienes se consideran pobres extremos que perciben menos de 47,78 dólares? La desconfianza de los ciudadanos en los políticos y aspirantes a serlo se basa en estas evidencias y en los escándalos de corrupción que, quiéranlo o no, de alguna manera les salpican aunque solo sea por omisión.


Antes de dar al pueblo sacerdotes, soldados y maestros, sería oportuno saber si no se está muriendo de hambre”. Leon Tolstoi Escritor ruso (1828-1910)

Cuando la necesidad nos arranca palabras sinceras, cae la máscara y aparece el hombre”. Lucrecio Poeta romano (99 AC-55 AC)