Escultismo en Loja

Yadira C. Torres

Este mes y año tienen connotación especial en el sentimiento de los scouts lojanos. Han transcurrido 30 años del nacimiento del Movimiento Scout en la ciudad. Recuerdos, sueños y anécdotas con delicados matices de añoranzas se deslizan en la memoria de quienes en ese entonces, con corta edad, tuvimos el privilegio de contagiarnos de esta hermandad que enlaza con hilos invisible valores esenciales para la vida, porque se conciencia que no puede quedar en el limbo un “siempre mejor”, “siempre listo” o “siempre sirviendo”, lema que lo entiendes cuando eres parte del mismo, y; cuando has aprendido a hacer un saludo algo peculiar, pero lleno de respeto, estrechando la mano izquierda porque es la más cercana al corazón y entrelazando al mismo tiempo el dedo meñique en señal de hermandad; tradición legada por el fundador del movimiento a nivel mundial y que guarda una historia de valentía, respeto y amor al prójimo.

Quien es Scout una vez lo es para toda la vida, así nos definimos, y se alegra el corazón cuando sabemos lo útil del servicio comunitario de alguno de los nuestros. Cómo no sentirnos halagados si la formación inicial de los primeros dirigentes scout en Loja fue bajo la tutoría del entonces Jefe Scout Nacional, Francisco Punina, hombre de un trabajo y voluntariado incansable, que ha puesto su profesión al servicio de los más necesitados, a través de la Fundación Operación Sonrisa. Saber que predica con su ejemplo la buena acción diaria enseñada ennoblece nuestro espíritu.

Cómo olvidar la confianza y orientación otorgada por Mons. Hugolino Cerasuolo a ese grupo de jóvenes entusiastas que apostaban por algo diferente a grupos tradicionales en nuestra ciudad.

Es halagador saber que se ha sembrado semillas fértiles en la vida y corazón de quienes nos han ido sucediendo. (O)

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