Charlatanería

CARLOS CONCHA JIJÓN

Es la interminable vocería a que nos tienen acostumbrados durante una campaña electoral a las diferentes dignidades de elección popular. El bla, bla, bla, aparece muchas veces como un perreo u otros de estos ritmos, con una letra vacía de contenido, sin un mensaje político serio. Me recuerdan las ofertas callejeras de ‘supuestos médicos improvisados’, que luchan en las calles por su sustento, hablando de la moringa, de la sangre de drago o pomada de marihuana y coca, como el elíxir cúralo todo.

Los politiqueros, que no son más que charlatanes, aparecen como vaticinadores celestiales, nada más, ni nada menos, que agoreros del destino, que aunque sus discursos están cuajados de mentiras, actúan frívolos e imperturbables, con un potencial de serenidad convincente, siendo el ‘yoísmo’ su mejor arma para ‘engatusar’, cuando manifiestan, “yo voy a hacer, yo voy a lograr, yo voy a permitir” sin decir con qué, por qué, ni para qué, resultando a fin de cuentas un ofrecimiento que será incumplido, entonces vano, como la semilla que ya no germinará, sin embargo, la frustración en el futuro próximo se hará presente en los electores, con la única aspirina de remordimiento, con dos palabras: se burlaron, nos engañaron.

Si no se presentan proyectos creíbles, realizables, sustentables, que tengan financiación y que con el bla, bla, bla, que es imaginación pura, no se pueden hacer puentes, carreteras, calles, etc., que como meros enunciados desaparecerán como un papel en una ráfaga de viento. Sufragamos siempre con fe, pensando en el cambio, pero al final del camino nos espera la frustración para abrazarnos, porque la luz de la esperanza se apagó. Seguimos soñando, siendo la hora para exigir a los candidatos, ofertas sobre propuestas sustentables y no de mera charlatanería, que desaparecerá en la esquina de la intrincada selva del engaño y el olvido.

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