La apuesta agrícola

Fredy Cueva Castillo

Cada día me convenzo más que apostar a la producción agrícola en Latinoamérica, sería como el equivalente a practicar algún deporte extremo, con un alto grado de riesgo y peligros para quienes lo intentan, con alguna que otra honrosa excepción.

Si a los ya actuales riesgos agrícolas le sumamos los efectos generados por el cambio climático, la producción agropecuaria estaría aún más expuesta a inundaciones, plagas, granizadas, heladas, sequias, y demás fenómenos climatológicos y a otros procesos biológicos impredecibles que pueden impactar negativa y contundentemente en el patrimonio de los agricultores y en sus flujos de capital para el pago de sus compromisos económicos.

Ante esta realidad muchos países aplican la premisa lógica “A grandes males, grandes soluciones”, y aplican políticas agrarias encaminadas a cubrir a sus agricultores con subsidios directos sobre rubros de interés mundial (commodities), además, mantienen importantes programas de seguros agrícolas, que en el caso de Chile, por ejemplo, lo realiza con la participación de aseguradoras internacionales.

Hace 2 años el Congreso de los EEUU, actualizó su ley agrícola más conocida como Farm Bill, la cual destinará en promedio 96 mil millones de dólares para subsidios agrícolas, prácticamente el doble de lo que ya se venía subsidiando, lo que equivale a casi la totalidad del presupuesto general del estado ecuatoriano, imagínense ustedes la magnitud del subsidio.

Este subsidio propuesto en la “Farm Bill”, beneficiará a 16 millones de agricultores norteamericanos, financiando los precios de sustentación, seguros de cosechas, subsidios a las exportaciones y subsidios al consumo interno.

En buen romance, en EEUU, se subsidia a los agricultores y se subsidia al que le compra a los agricultores, en términos taurinos, la agricultura en los EEUU, se lleva “las dos orejas y el rabo”.

Ante esta realidad, Le corresponde a la agricultura Latinoamericana diseñar estrategias innovadoras para no ser aplastada por un sistema subsidiario que dista mucho de la lógica capitalista, pues en ese modelo, la competencia y el libre mercado son los pilares del sistema. (O)

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