Historias negadas

Yadira C. Torres

El problema no es solamente el puño o sometimiento; es la herida en el alma, la complicidad y el silencio.

Silencios que guardan dolor y, aunque no lo vivamos en carne propia, arañan el alma con garras de indolencia, injusticia y abandono.

Viene este comentario por un artículo leído el 21 de febrero de 2019, escrito por Mariana Carbajal, llamado ‘La niña llora’. Leer el preámbulo lanzó en mis sentidos una daga de impotencia ante la crueldad humana, envuelta en seda de poder.

“Quiero que me saquen esto que me puso adentro el viejo”, pidió la nena tucumana…. La historia se percibe compleja, e involucra lazos familiares, fundamentalismo ante el cumplimiento de la ley, salud física y psíquica, defensora para el “no nacido” y la lucha entre la moral y la razón. Personalmente no censuro este momento el hecho de estar o no de acuerdo con el aborto, más bien me solidarizo con las laceraciones de alma y cuerpo perpetradas sobre esta menor y otras que se encuentran anegadas en esta tragedia. Cómo ser indolente ante esto, si vecinas nuestras han sido victimizadas por esta cruenta realidad, que se esconde en los temerosos muros del pudor.

Hace poco un diario de nuestro país informaba que la Unicef y otras organizaciones aseguraron que un promedio de 40 niñas entre 10 y 14 años dan a luz cada semana; estadística dura de llevar, cuando se es consciente de que la violencia ha echado raíces sobre un tierno vientre carente de decisión. Códigos machistas han signado a la humanidad que la condición de ser mujer es un problema en esta sociedad.

Se alistan millares de flores para celebrar el Día de la Mujer, merecidas por cierto, pero sería fundamental volver los ojos a esta larga historia; negada por el silencio de muchos, que podrían hacer algo para evitarlas. (O)

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